Día 8 - Julio 4, 2019: ... Estrella de la Vida, Guía de los Navegantes.

Oración para todos los días 

¡Oh, qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura siente todo mi ser con sólo repetir tu nombre y pensar en ti, Madre Mía! 

María dulcísima, María de los pequeños y olvidados, haz que tu nombre sea de hoy en adelante el aliento de mi vida. Cada vez que te llame, Madre mía, apresúrate a socorrerme, pues, en todas mi tentaciones, y en todas mis necesidades propongo no dejar de invocarte diciendo y repitiendo: ¡María, María, Madre Mía!

Bendigo y doy gracias a Dios que te ha dado para nuestro bien ese nombre tan dulce, tan amable y bello. ¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! concédeme la gracia de que pueda siempre invocar tu bellísimo nombre ya que él es el Socorro del que vive y Esperanza del que muere, 

¡Amén!


Oración para el Día Octavo

¡Oh! Madre del Perpetuo Socorro, en tu frente, Madre bondadosa, observamos una estrella que nos recuerda a la que guió a los reyes de oriente rumbo a Belén para adorar al Niño Jesús. Tú eres como la estrella de Belén; tú nos guías a Jesús y nos indicas dónde lo podemos encontrar: en su palabra, en la eucaristía, en el silencio de la oración, en nuestra comunidad, especialmente en los más pobres y necesitados. 

Después de la resurrección de tu Hijo tú estabas con los primeros creyentes, vigilantes en la oración; y por eso, en la mañana de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo lanzó el programa de la evangelización de todo el mundo, tú estabas allí en medio de los apóstoles, acompañando los primeros pasos de la Iglesia misionera. 

¡Oh, María, estrella de la evangelización! ayúdanos a cumplir nuestra misión de ser discípulos de tu Hijo. Bendice los esfuerzos de todos los que proclaman el evangelio. 


Meditación del Octavo día - 4 de julio

¡Madre del Perpetuo Socorro, Estrella de la Vida, Guía de los Navegantes!

Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro nos relata que en la noche oscura de la tormenta, Tú eres la Estrella que brilla en el cielo de la vida, como rayo de luz, como guía de los navegantes.

Por eso el artista que pintó tu milagrosa imagen dibujó sobre tu Frente una estrella. Desde entonces, la Santa Iglesia, en la Letanía, que es la poesía del amor, Te invoca y Te dice: 

Estrella de la mañana, ruega por nosotros.

Desde entonces San Bernardo, el heraldo de tus Grandezas,  nos dice a todos los católicos que navegamos hacia el cielo en la barca de Pedro: 


"Cuando los envuelvan las nieblas, cuando bramen los vientos, cuando los abismos abran sus fauces inmensas, cuando las olas se levanten como montañas de hirviente espuma, amenazandolos con una muerte cierta, miren esta Estrella, llamen a María…" – San Bernardo


En medio de una loca tempestad apareciste Tú, Madre del Perpetuo Socorro. Te colgaron de un mástil roto, te invocaron y se calmaron las olas y renació la calma. Desde entonces, todos los marineros que surcan los mares te invocan en medio de los horrores de la tempestad

Aquí tienes a Tus Plantas, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!, a un alma que va bogando por el mar de la vida hacia el puerto del Cielo... y la tormenta me ha sorprendido.

¡Soy un náufrago! Estoy bebiendo las aguas insalubres de todas las amarguras humanas… Me ahogan ya las olas de las tentaciones del infierno.

Los vientos locos del dolor y del hambre me lanzan contra los escollos de la desesperación.

Sólo me queda una tabla, a la cual me agarro con desesperadas angustias, tu santo nombre, Perpetuo Socorro… sólo en el cielo oscuro, que por todas partes me rodea, veo una estrella: es la que brilla en tu Frente...

La ví de niño como una sonrisa de tu Amor… La veo ahora como una mirada de Tu Misericordia. Parece que en esta tempestad horrenda que me ahoga me dices: "Ten esperanza; los míos no se hunden jamás en los abismos. Naufragan, pero los recogen Mis Brazos amorosos"

Lo sé, Madre mía; lo creo… lo he experimentado mil veces en mi vida. Sálvame una vez más. Estrella bendita, que luces en la frente de mi Madre del Perpetuo Socorro, guíame… voy hacia Ti…, voy hacia Dios…, voy camino al Cielo… Madre mía ¡gracias!


Meditemos recitando:

- tres (3) « Avemarías » en honor de la Virgen

- dos (2) « Glorias » en honor de San Alfonso María de Ligorio


Nuestra Señora del Perpetuo Socorro ¡ruega por mí!

Adorado San Alfonso, inspírame el recurrir a María ¡en todas mis necesidades!


Oración Final

¡Oh Salvador mío, Jesucristo! Al contemplarte en brazos de tu Madre, veo que en medio de tu santo temor te proteges en su regazo y me invitas a imitarte, recurriendo yo también a quien es también mi Perpetuo Socorro. Quiero, pues, entregarme a Ella sin restricción alguna. 

¡Oh María! Dios ha querido honrarte, proporcionando al culto de tu imagen su virtud milagrosa. 

¡Oh! Madre del Perpetuo Socorro, me gusta venir y orar ante tu imagen milagrosa! Tu imagen despierta en mí los más esperanzadores sentimientos de filial confianza hacia ti.

Tu tienes en tus brazos a Jesús, mi Dios y Salvador. Él es el Todopoderoso, el dueño absoluto de la vida y la muerte, el Dador Soberano de todo bien y toda gracia. Y tú, que eres Su Madre, tienes todo el derecho a pedirle y ser escuchada. Bien sabemos que aunque somos pecadores por tu intercesión Jesús no nos niega nada.

Transmíteme ¡oh, Madre del Perpetuo Socorro! confianza ilimitada en tu infinita y poderosa bondad

¡Amén!



¡Oh Señora Nuestra, Madre del Perpetuo Socorro! Yo te consagro mi cuerpo con todos mis sentidos y mi alma con todas sus potencias. De aquí en adelante quiero servirte con fervor, invocarte sin cesar y trabajar por ganar corazones que te amen. ¡Oh Madre mía! Haz que no pase día alguno de mi vida sin que te invoque con amor filial.

Oración de la comunidad

Madre del Perpetuo Socorro

¡Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza quisiste llamarte Madre del Perpetuo Socorro! Te suplico me socorras en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte. Concédeme, ¡oh amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Tí; porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocarte, Tú seras fiel en socorrerme. Alcanzame, pues, la gracia de acudir a Ti sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de obtener tu Perpetuo Socorro y la perseverancia final. Bendíceme y ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte. ¡Así sea! ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Ruega a Jesús por mí, y salvame. ¡Amén!

¡Gracias! 77 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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2019 - Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

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