Día 7: oremos por los enfermos, agonizantes y el purgatorio

Oremos por los enfermos, los agonizantes y las almas del purgatorio.

La oración de sanación pedida al Sagrado Corazón de Jesús en beneficio de un enfermo, es una petición implorante con el corazón en mano, que el Señor cure o ayude a sanar a un enfermo; tenemos la confianza puesta en Él pues la Biblia nos describe como Jesús sanó al ciego de Jericó, le permitió tener vista nuevamente. Jesús, le dió vida eterna al hijo del funcionario; Jesús, limpió al leproso; Jesús, sacó de su cuerpo el demonio que poseía al mudo. ; Jesús, curó al hombre que padecía la misma enfermedad por más de 38 años. 

Aún hoy en día, miles de seres viven en angustias. Un día de estos seremos nosotros los que nos hallemos vulnerables a la enfermedad. Te pido Señor, que no ceses en socorrer a los enfermos y a los que se encuentran en agonía. 

Y ¿qué es la agonía? Son los últimos instantes concedidos al alma antes de presentarse al Tribunal Supremo. Son las últimas luchas entre la gracia de Dios y la acción del diablo. Son momentos preciosos, de los cuales puede salir una eternidad feliz o una eternidad desventurada. Al tiempo que se le van acabando al cuerpo sus fuerzas; mientras va faltándole al pecho la respiración, a los ojos la luz, a los miembros el calor y el movimiento, va acercándose el alma a aquella región pavorosa de la cual ya no pude volver atrás. Esto es agonizar, esto es morir.

En este mismísimo instante mientras meditamos, alrededor del mundo hay miles de seres que están en trance tan angustioso. Miles de almas se hallan pendientes de su suerte eterna en este último y decisivo combate. Roguemos por ellos hoy y cada día al Sagrado Corazón de Jesús. ¡Oh, Corazón divino! que agonizaste en el huerto y en el Calvario, vuélvete luz y consuelo de estos hermanos nuestros en su dolorosa agonía. Mira con bondad a esas almas privadas de todo consuelo humano y que, como pendientes entre el cielo que desean y el infierno que temen, colocadas entre el tiempo que les huye y la eternidad que se les viene encima, no tienen ya a quién recurrir más que a Ti.

¡Corazón agonizante de nuestro divino Salvador, se Tú el bálsamo cordial para estos seres en su angustiosa situación!

Oh, Jesús, por aquellas tres amargas horas que en el lecho de la cruz te vieron agonizante los cielos y la tierra, acude a socorrer en tales momentos a los hijos de tu Corazón.

¡Oh, adorable Corazón de Jesús! cuando todo me falte todo y todo me abandone, cuando me cubra el desamparo, ¡no me abandones! Dulce amigo mío, de Ti espero la mejor gota del tónico que ha de fortalecer mi espíritu acongojado y calmar su agitación y zozobra; de Ti aguardo, por medio de los santos sacramentos, el último abrazo de paz y reconciliación.

Entre los combates de la vida presente y el descanso final de la gloria, hay para muchas almas un tiempo de expiación en el que se purgan culpas todavía no purificadas o se pagan deudas todavía no satisfechas. Este plazo de expiación, concedido por la misericordia divina –y exigido por su justicia– es el Purgatorio. Hay allí almas que un día fueron muy fervorosas, que oraron al pie de los mismos altares donde nosotros lo hacemos hoy en día; almas que sonrieron con las mismas alegrías cristianas y lloraron con idénticos dolores. Aman a Dios, le desean, tienen segura su próxima posesión. Pero esta dicha se les retarda hasta que sea cumplido el pago de sus atrasos. En su favor, Dios admite nuestras oraciones y obras buenas. ¿No podemos negarselas, cierto?

¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! hazle sentir al mío un amoroso interés por aliviar esas almas que nada pueden hacer ya por sí mismas y que todo lo esperan de nuestra caridad. Derrama sobre sus penas los tesoros de tu Corazón y apresura el dulce momento de reunirlas eternamente contigo.

Padres, hermanos, amigos, bienhechores, sabemos que nos escuchan en el Corazón de Jesús y que, por conducto de Él, reciben y agradecen nuestro cariñoso recuerdo. Acepta para esas almas, nuestras oraciones, nuestras limosnas, nuestra Comunión, nuestros sacrificios, nuestra devoción a Ti. 

Porque sabemos que te son queridas, las encomendamos a tu compasión. Los méritos de tu vida, pasión y muerte; las lágrimas de tu Madre; las virtudes de tus santos; los servicios de tu Iglesia: todo te lo ofrecemos en pago de esas deudas para que, bondadosamente, se lo apliques a su salvación eterna…

Oración para el séptimo día

¡Sagrado Corazón de Jesús! divino propiciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi Santísimo Corazón y nada te será negado.» Hoy presento ante tu Eterno Padre todas mis peticiones, para conseguir el fruto y las bendiciones de lo que deseo. 

Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra ti, ¡oh, amantísimo Corazón!, y concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto tuyo y bien de mi alma.

Concédeme luz y gracia para meditar tus virtudes y formar, según ellas, nuestro humilde corazón.

¡Amén!


☑️Si los deberes cotidianos sólo te permiten dedicar un tiempo corto para la oración, te sugerimos:

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

☑️Si puedes disponer de un tiempo más largo te sugerimos:

Hacer el Rosario del Sagrado Corazón de Jesús.

Rosario del Sagrado Corazón de Jesús

El Rosario del Corazón de Jesús consiste de cinco docenas en honor a las cinco Llagas de Nuestro Señor.

Este Rosario se recita usando un Rosario de cuentas regulares.


*Inicio:

Por la señal de la Santa Cruz,

De nuestros enemigos,

Líbranos Señor, Dios Nuestro.

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

¡Amén!

 

*En la Cruz del Rosario:

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús! óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme.

A la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti.

Para que con San José, la Virgen María,

tus Ángeles y  tus Santos

te alabe y te bendiga

por los siglos de los siglos.

¡Amén!


 

PRIMER MISTERIO

(Primera Década)

*En las cuentas gruesas del Rosario: 

(Al principio de esta decena)

« Jesús, Dulce y Humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. »


¡Oh, mi Jesús! aquí estas presentándonos tu Corazón Bendito; tu Corazón que no ahorra nada de amor, hasta que se agote y consuma todo lo que sea necesario para decirnos cuánto nos amas.

¡Sí Jesús, Tu nombre es Amor, Tu lema, Tu vida! ¡Amar contigo, es amar a toda costa! Cuánto te ha costado amar, mi Señor...

Cuando contemplo tu Corazón abierto, noto mi ingratitud por el inmenso regalo que nos has hecho.

Lo que recibes a cambio por este regalo de amor sigue siendo hoy como ayer, la ingratitud, la frialdad y el desprecio de todos aquellos por quien no puedes permanecer indiferente.

Corazón de Jesús, vengo a honrarte y quiero reparar las humillaciones que recibes para consolar a tu amoroso Corazón despreciado.

 

*En las cuentas pequeñas del Rosario:

(Repetir diez veces)

« Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. »


*Al concluir esta decena:

« Dulce Corazón de María, sed la Salvación del alma mía. »

Señor Jesús, Bendito seas por tu Amor; perdóname por mi falta de gratitud hacia Tí.

Rezo por Tí y por todos mis hermanos y hermanas.

 


SEGUNDO MISTERIO

(Segunda Década)

*En las cuentas gruesas del Rosario: 

(Al principio de esta decena)

« Jesús, Dulce y Humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. »

 

Al hacer resplandecer tus promesas como joyas celestiales, mi Dulce Jesús, pides que disponga mi corazón para recibir los regalos más preciosos de tu inagotable Misericordia.

Me pides que abra mi corazón para hacerme vivir la mayor felicidad mientras mi mente deambula en busca de alegrías. ¡Qué pérdida de tiempo!

En mi interior resuena tu Palabra, es allí donde escucho tu invitación. No sólo con mi boca y mi comportamiento esperas la respuesta, sino desde lo más profundo de mi alma.

Mi Dulce Corazón de Jesús, quiero escuchar tu Palabra que me entregas libremente.

Recibe mis actos de reparación por tus llagas causadas por los pecados de la ignorancia y la indiferencia, para merecer tus Misericordias celestiales y tu Amor infinito.

 

*En las cuentas pequeñas del Rosario:

(Repetir diez veces)

« Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. »

 

*Al concluir esta decena:

« Dulce Corazón de María, sed la Salvación del alma mía. »

Señor Jesús, Bendito seas por tu Amor; perdóname por mi falta de gratitud hacia Tí.

Rezo por Tí y por todos mis hermanos y hermanas.

 



TERCER MISTERIO

(Tercera Década)

*En las cuentas gruesas del Rosario: 

(Al principio de esta decena)

« Jesús, Dulce y Humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. »


La majestad de Dios es la que se esconde en tu Corazón humano, Jesus, hijo de Maria.

¡Tu Corazón es mi Alianza! ¡Tu Corazón es el camino más corto que me lleva al Padre!

¡El corazón humano palpitante es la vida de Jesús, la vida de Dios es la que late en el corazón humano!

En la Sagrada Eucaristía, es la majestad de Dios que se ofrece a sí misma. Es para unirme a Él que me invita a su mesa: para que mi corazón palpite al ritmo de la Alianza que tu estableciste para mí con el Padre.

El ritmo de tu Amor me impulsa hacia la vida que brota del hogar que me has dado ... pero al que aún no me decido a entrar.

Soy como un barril sin fondo que se desespera ... mi corazón está desvencijado porque yo me alimento en todo tipo de mesas.

Sagrado Corazón de Jesús, en la Santa Hostia te encuentro, allí estás siempre accesible.

Incansable pródigas las maravillas de tu Bondad y tu tierna Compasión hacia mí.

Sin cesar me presentas la Alianza prodigiosa que has venido a sellar para mí con el Padre.

Señor, ofrezco convenientes reparaciones por las calumnias infligidas contra tu Santa Eucaristía y todas las omisiones ante Tu Presencia.

 

*En las cuentas pequeñas del Rosario:

(Repetir diez veces)

« Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. »


*Al concluir esta decena:

« Dulce Corazón de Maria, sed la Salvación  del alma mía. »

Señor Jesús, Bendito seas por tu Amor; perdóname por mi falta de gratitud hacia Tí.

Rezo por Tí y por todos mis hermanos y hermanas.

 



CUARTO MISTERIO

(Cuarta Década)

*En las cuentas gruesas del Rosario: 

(Al principio de esta decena)

« Jesús, Dulce y Humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. »


Dulce Corazón de Jesús, tu mensaje sigue siendo el mismo: «Ámense los unos a los otros como yo los he amado.»

Reiteras fuertemente este llamado a través de tu Corazón traspasado, tesoro insondable de clemencia que quieres derramar sobre mí.

Tu Sagrado Corazón es el remedio para todas las guerras, para todas las desgracias que afligen al mundo.

Tu Sagrado Corazón me llama al Jardín de tu Agonía, a tu Cruz, a tu Sagrada Eucaristía, y al Perdón, donde todavía suplicas al Padre que interceda por mí.

Tú me comunicas todos estos milagros de Amor Divino olvidados por la humanidad.

¿Cuándo entenderé que sólo recurriendo a la fuente de tu Corazón es que mi amor será revestido con tu esplendor y la plenitud de tu Corazón para mis hermanos y hermanas?

Señor, te ofrezco mis actos de reparación por la falta de amor en este mundo, por todos los actos brutales ejercidos en contra de quienes no amamos lo suficiente.

 

*En las cuentas pequeñas del Rosario:

(Repetir diez veces)

« Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. »

 

*Al concluir esta decena:

« Dulce Corazón de María, sed la Salvación  del alma mia. »

Señor Jesús, Bendito seas por tu Amor; perdóname por mi falta de gratitud hacia Tí.

Rezo por Tí y por todos mis hermanos y hermanas.



QUINTO MISTERIO

(Quinta Década)

*En las cuentas gruesas del Rosario: 

(Al principio de esta decena)

« Jesús, Dulce y Humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. »



Señor Jesús, tus brazos abiertos en la cruz revelan completamente lo que eres para el mundo: el que da la bienvenida al que se presenta ante Tí.

Señor Jesús, tu Corazón abierto en la Cruz también habla de Tí: Tú eres quien da de beber a todos los sedientos.

¡Qué alegría descubrir a mi Dios que esconde su omnipotencia para que el Amor y la Misericordia de su divino Corazón brillen y triunfen!

¿Jesús, cómo no vivir una profunda confianza al pensar en tu Corazón? ¡Tu Corazón! me lo presentas con tanta compasión e indulgencia.

Tú eres el Señor del mundo y el Juez Supremo de los acontecimientos; nada sucede sin tu voluntad si conviene para mi santificación y mi felicidad.

¡Qué fácil es, Jesús, tratar de construir mi propia alegría y olvidarte, olvidarme del plan de Amor que Dios tiene para mí.

¡Cuántas veces me invade el miedo! Corazón obediente y fiel a Jesús, ábreme la inteligencia del Espíritu Santo para que Él fortalezca mi confianza en la voluntad del Padre hacia mí.

Calma mi mente que se inquieta ante la desconfianza, las dudas y el miedo cuando las apariencias parecen contrarias a la felicidad que me prometes. Tu percepción de todos los eventos de mi vida es mucho más profunda que la mía.

Incluso me dejaste a María, tu madre para que me cuide como te cuido a Tí ...

Ella me da la mano para avanzar en los planes de Dios y Ella nunca me abandonará. Ella me lo demostró al acompañarte en la cruz.

Con Ella recibe mis actos de reparación por todas las veces que hago el mal en lugar de tenerte en cuenta a Tí y a tu Palabra.

 

*En las cuentas pequeñas del Rosario:

(Repetir diez veces)

« Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. »

 

*Al concluir esta decena:

« Dulce Corazón de María, sed la Salvación del alma mía. »

Señor Jesús, Bendito seas por tu Amor; perdóname por mi falta de gratitud hacia Tí.

Rezo por Tí y por todos mis hermanos y hermanas.


*Se termina el Rosario con la siguiente oración:


Jesús, José y Maria, les doy mi corazón y el alma mía.

Jesús, José y Maria, asístanme en mi última agonía.

Jesús, José y Maria, permitan que el alma mía expire en paz con ustedes.

Jesús, José y Maria, ilumínenme, socórranme, sálvenme

Oración de la comunidad

Acto de Contrición al Sagrado Corazón

Sagrado Corazón de Jesús, que en el divino sacramento de la Eucaristía, estás vivo e inflamado de amor por nosotros, aquí nos tienes en tu presencia, pidiéndote perdón de nuestras culpas e implorando tu misericordia. Nos pesa, ¡oh, buen Jesús! el haberte ofendido. Tú eres tan bueno que no mereces esa ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar, según ellas, nuestro humilde corazón. ¡Amén!

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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