Sin humildad no puede haber santidad

Viernes 14 de junio de 2019


La unión del legionario con su celestial Reina es imprescindible; mas, para realizar esta unión, no basta desearla, se precisa también capacitarse para ella. Ya puede uno, con la mejor voluntad, ofrecerse a sentar plaza para salir buen soldado, que, si no reúne las cualidades requeridas para hacer de él una pieza bien ajustada dentro de la máquina militar, su sujeción al mando resultará ineficaz: no hará más que estorbar la ejecución del plan de campaña. Dígase lo mismo respecto del legionario. Ya puede estar encendido en deseos de escalar un puesto eminente en el ejército de su Reina; no basta: tiene que mostrarse capaz de recibir lo que tan ardientemente anhela María darle. Ahora bien, ¿de dónde vendrá su incapacidad? En el caso de un soldado de la tierra, provendrá de la falta de valor, de inteligencia, de salud física, etc.; en un legionario de María, esa incapacidad vendría de la falta de humildad. Sin humildad es de todo punto imposible conseguir los dos fines de la Legión: la santificación personal de sus miembros y la irradiación de la santidad en el mundo. Y sin humildad no puede haber santidad; ni puede haber apostolado legionario, porque le faltaría su alma: la unión con María. Es que la unión lleva consigo alguna semejanza; mas sin humildad -la virtud característica de María- no puede haber semejanza con Ella y, por lo tanto, tampoco unión. La unión con María es la condición indispensable de toda acción legionaria: su fundamento, su raíz, y como el terreno donde germina; si falta ese terreno de la humildad, es hasta inconcebible pensar que pueda darse y fructificar esa unión. La vida del legionario se irá secando como una pobre planta.

Oración de la comunidad

Catena Legionis

Antífona: ¿Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos, y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: ¿Quién Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? V. Oh María, sin pecado concebida, R. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Oremos Oh Señor Jesucristo, medianero nuestro delante del Padre, que constituiste a la santísima Virgen, tu Madre, madre nuestra y medianera ante de Ti, haz que cuantos a Ti acudieren para pedirte beneficios se gocen de haberlo conseguido todo por Ella. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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