Debe "correr hasta la meta" (2 Tim. 4, 7)
Viernes 17 de mayo del 2019
Así, pues, la Legión exige un servicio sin límites, sin restricciones. Y esto no es solamente un consejo, es una necesidad; porque, si no apunta el legionario a lo más alto, no llegará a perseverar ni siquiera en lo comenzado. Perseverar hasta el fin en la obra del apostolado es, en sí misma, cosa heroica; y este heroísmo se consigue sólo a fuerza de una serie continua de actos heroicos, que tienen en la perseverancia final su remate y su corona.
Pero aquí tratamos de la perseverancia, no sólo de cada legionario, en su calidad de tal sino como un sello que ha de llevar estampado cada acto que integra el programa de acción de la Legión. Cambios tiene que haber, claro está: en las visitas se cambia de lugar y de persona; se pone término a unas obras y se empiezan otras, etc.; pero esto es el movimiento acompasado de un proceso vital, no el caprichoso vaivén de la inestabilidad y del afán de novedad, que acaba por romper la más férrea disciplina. Recelosa de este espíritu de mutabilidad, la Legión no cesa de clamar exigiendo un espíritu recio; y, al terminar sus juntas, envía a los legionarios a sus diversas empresas, despidiéndolos con esta consigna invariable: ¡Manteneos firmes! (2 Tes. 2, 15).
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6