Mayo 17: Día Quinto: María, Salud de los Enfermos

Ofrecimiento para todos los días

¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.
¡Amén!



Oración preparatoria para todos los días

¡Oh, Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia¡ te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en tu maternal misericordia y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos ante ti para rendirte tributo con nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y en especial la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra tuya y provecho de nuestras almas.

¡Amén!


 

Quinto Día

¡Oh Santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos! que movida por el ruego de los pastorcitos, obraste entonces curaciones durante tus apariciones en Fátima, y santificaste ese lugar, con tu presencia, lo convertiste en oficina de tus misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A tu Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, cargando las enfermedades de nuestras almas, todas las aflicciones y dolencias de nuestra vida. Echa sobre ellas una mirada de compasión y sánalas con la ternura de tus manos, para que así podamos servirte y amarte con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.

¡Amén!



Meditación del Quinto Día

Después de la visión del infierno, los tres pastorcitos se tomaron la vida más en serio. 

Jacinta pensaba en la eterna condenación de los que morían sin confesarse. 

Francisco se acordaba de Jesús Sacramentado, olvidado, ofendido y muy triste. 

Lucía añoraba el cielo. 

Los tres intensificaron sus tiempos de oración, ofrecían continuamente ayunos y toda clase de mortificaciones. Repetían sin cesar la jaculatoria que Nuestra Señora les enseño:

«¡Oh, Jesús mío! perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia y danos la paz.»

Así también quiero vivir, pensar y orar.



Oración Final

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!



Ciclo Mariano: Tercera aparición, 13 de julio de 1917

Mientras se acercaba el día 13 de julio, Lucía se sentía muy afectada por las palabras del párroco que advertía que el diablo podría estar detrás de las apariciones. En una ocasión, le contó a Jacinta que no tenía intención alguna para ir. Pero cuando finalmente llegó el 13 de julio, sus miedos y ansiedades desaparecieron, tanto así que al mediodía ya estaba con Jacinta y Francisco esperando la llegada de la bella Señora a Cova de Iría.


Unos minutos después de haber llegado a Cova de Iria, cerca de la encina, donde un gran número de personas estaban rezando el Rosario, los tres pastorcitos vieron un rayo de luz, y de un momento a otro Nuestra Señora se les apareció en la encina.

– "Lucía", dijo Jacinta, "habla, la Señora te está hablando".

– ¿Si? Lucía, habló humildemente, pidiendo perdón por sus dudas con todos sus gestos, y le dijo a la Señora "¿Qué quiere usted de mi?

«– Quiero que vengan aquí el día 13 del mes que viene, que continúen rezando el Rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque solo el Rosario puede ayudar.

–  "Sí, Sí"
– Quería pedirle que nos dijera quién es, y si es posible que haga un milagro para que todos nos crean que usted si se nos aparece.


«– Continúen viniendo aquí todos los meses. En octubre les diré quién soy, y qué es lo que quiero, y haré un milagro que todos podrán ver, para creer.»


Tan segura estaba de lo que acontecía que Lucia comenzó a presentar ante la Señora las peticiones que todos le habían confiado. La Señora dijo muy gentilmente que ella curaría a algunos, pero que a otros  no los curaría.
– Tengo aquí una petición para que usted convierta a una mujer de Pedrógão y una de Fátima y mejore a un niño de Moita.
– Les dijo que la convertiría y que el niño mejoraría en un año.

– ¿Y el hijo paralítico de Maria da Capelinha?

«– No, no será curado ni de su enfermedad ni de su pobreza, y debe de asegurarse de rezar el Rosario junto a su familia todos los días.»

– Otro caso encomendado por Lucía a la Señora fue el de una mujer enferma de Atougia quien pidió que se la llevaran al cielo.

«– Dile que no tenga prisa. Dile que yo sé muy bien por qué, y  cuando yo vendré a buscarla..»

– Haced sacrificios por los pecadores y repitan muchas veces y en especial cuando hagan algún sacrificio: 

"Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María."


Al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las manos, como lo había hecho en los dos meses anteriores.
Los rayos de luz parecían penetrar en la tierra y los tres pastorcitos vieron como un gran mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, estaban los demonios y las almas con forma humana, como si fuesen tizones transparentes en llamas, todos de color negro o bronceado, que flotaban en el fuego; levantadas en el aire llevadas por las llamas que de ellas mismas salían junto a grandes nubes de humo que caían por todos lados como  chispas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación que los horrorizaron y los  estremecieron de pavor

 ¡debe haber sido esta visión la que hizo que yo gritara, como dice la gente que hice! – Lucía

Los demonios podían distinguirse por sus formas aterradoras y espeluznantes como animales espantosos, desconocidos, como carbones negros pero transparentes sobre las llamas. 

– Asustados y como pidiendo socorro, los niños levantaron sus miradas hacia Nuestra Señora, que les dijo con bondad y tristeza:
«– Ustedes acaban de ver el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores, Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo les diga, se salvarán muchas almas y habrá paz. Esta guerra cesará, pero si los hombres no dejan de ofender a Dios, otra guerra más terrible comenzará durante el pontificado de Pio XI. Cuando vean una noche iluminada por una luz extraña y desconocida, (esto ocurrió el 28 de Enero de 1938) sepan que esa es la señal que Dios les da y que indicará que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre.»


«Para impedir esto, vengo a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y pido que los primeros Sábados de cada mes se hagan comuniones en reparación por todos los pecados del mundo. Si atienden mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, Rusia esparcirá sus errores por el mundo entero, acarreando nuevas guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.»


«Pero al final Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre  consagrará a Rusia a mi Inmaculado Corazón, y Rusia se convertirá, y el mundo gozará de un tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe... 


{Después de las dos partes que ya expuse, vimos en el lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más alto, un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; al brillar, despedía llamas que parecían que iban a incendiar al mundo; pero se apagaban con el contacto del brillo que de la mano derecha expedía Nuestra Señora a su encuentro: el Ángel apuntando con la mano derecha hacia la tierra, con voz fuerte dijo: "¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!" 

Y vimos en una luz inmensa, que es Dios, algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando le pasa por delante un Obispo vestido de Blanco; tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre. Varios otros, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subían una escabrosa montaña, en lo alto de la cual estaba una gran Cruz de troncos toscos como si su corteza fuera de corcho.

Antes de llegar allí, el Santo Padre atravesó una gran ciudad casi en ruinas, y medio tambaleante, con andar vacilante, desconsolado de dolor y pena, iba orando por las almas de los cadáveres que se encontraba por el camino; llegando a lo alto del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue asesinado por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros y flechas. De la misma manera iban muriendo unos tras otros, Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares, caballeros y señoras de todas las clases y posiciones sociales. 

Bajo los dos brazos de la Cruz estaban dos Ángeles, cada uno en la mano tenía una regadera de cristal, en ellas recogían la sangre de los mártires y con ella regaban las almas que se aproximaban a Dios.}

Recuerden,  no deben decirle esto a nadie más que a Francisco.»


Cuando recen el rosario, digan después de cada misterio:

«¡Oh, Jesús mío! perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia y danos la paz.»

Después de un instante de silencio Lucía preguntó:
– ¿Hay algo más que quiera de mi?
«– No. Hoy no quiero nada más.»


Luego, al igual que antes, Nuestra Señora comenzó a ascender hacia el cielo dirección oriente, hasta que finalmente desapareció en la inmensa oscuridad del firmamento.


Alarmado por el número de personas que estaban continuamente interesándose en los eventos de Fátima, el gobierno civil que era secular y peligrosamente anti clerical, atentó o infructuosamente con arrebatar a los niños de la comunidad y exponer a la Iglesia como colaboradora en un fraude. 

La posesión del Secreto fue ser una grandísima prueba para los tres pastorcitos. Tanto sus familias, como los vecinos, los seguidores de las apariciones, hasta el mismo clero, trataron sin éxito que les fuera revelado.


Oración de la comunidad

Oración a la Virgen de Fátima (Papa Francisco)

Bienaventurada María, Virgen de Fátima, con renovada gratitud por tu presencia maternal unimos nuestra voz a la de todas las generaciones que te llaman Bienaventurada. Celebramos en ti las grandes obras de Dios, quien nunca se cansa de inclinarse misericordiosamente hacia la humanidad afligida por el mal, y herida por el pecado, para curarla y salvarla. Acoge con benevolencia de Madre nuestra oración que hoy hacemos con confianza, ante ti, nuestra querida Madre. Estamos seguros de que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos y que nada de lo que habita en nuestros corazones es ajeno a ti. Custodia nuestra vida entre tus brazos; reavive y alimenta la fe; bendice y refuerza todo deseo de bien; reaviva y alimenta la fe; sostén e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad; guíanos a todos por el camino de la santidad. Enséñanos tu mismo amor de predilección por los pequeños y por los pobres, por los excluidos y por los que sufren, por los pecadores y por los extraviados de corazón: congrega a todos bajo tu protección y entréganos a todos nosotros a tu Adorado Hijo, Jesús, nuestro Señor. ¡Amén!

¡Gracias! 326 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Novena a Nuestra Señora de Fátima

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