¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Domingo 12 de mayo del 2019
Miradas aviesas; la punzada de la afrenta y del desprecio; ser el blanco del ridículo y de las malas lenguas; cansancio del cuerpo y del espíritu; el tormento del fracaso y de la innoble ingratitud; frío intenso, lluvias torrenciales; suciedad, insectos, malos olores, pasillos oscuros, ambiente sórdido; el privarse de pasatiempos y cargarse de preocupaciones, que siempre se acumulan en las obras de caridad; la angustia que se apodera de toda alma sensible a la vista del ateísmo y de la depravación; la participación generosa en los dolores ajenos... Todas esas cosas tienen poco de aparatosas; pero sobrellevadas con paciencia, más aún, consideradas como goces, con perseverancia hasta el fin, vendrán a pesar en la balanza de la divina Justicia casi tanto como el amor que excede a todo otro amor: el de aquel que da la vida por sus amigos (Jn. 15, 13).
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
(Sal 116, 12).
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6