Mayo 15: Tercer día: Amor a la oración

Ofrecimiento para todos los días

¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.
¡Amén!



Oración preparatoria para todos los días

¡Oh, Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia¡ te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en tu maternal misericordia y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos ante ti para rendirte tributo con nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y en especial la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra tuya y provecho de nuestras almas.

¡Amén!


 

Tercer Día

¡Oh Santísima Virgen María! vaso insigne de devoción, que te apareciste en Fátima teniendo colgado de tus manos el Santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Oren, oren mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones para poder obtener el conocimiento y un gran amor a Jesucristo en esta vida y hasta la unión feliz con Él en la eternidad.

¡Amén!



Meditación del Tercer Día

Respondiendo a su petición, recemos juntos por la Iglesia, por la Sede de Pedro y por las intenciones de todo el mundo” [...] “Pidamos perdón por los pecados. Recemos por la conversión de los escépticos, por todos los que niegan a Dios y por las almas del purgatorio. ¡A todos vosotros que rezáis el Rosario, os bendigo de corazón! – Papa Francisco, Octubre 4, 2017, Vaticano


El Rosario es “el arma” contra el demonio a quien solo se le puede derrotar con la oración. En momentos de turbulencia espiritual, se aconseja protegerse bajo el manto de la Santa Madre de Dios pronunciando la invocación ‘Sub Tuum Praesidium’

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita! – Sub Tuum Praesidium


Que las oraciones remuevan los ánimos más revueltos para que destierren de sus corazones, de sus palabras y de sus gestos, la violencia, y construyan comunidades no violentas que cuiden la casa común. Nada es imposible si nos dirigimos a Dios en la oración. Todos podemos ser artesanos de paz. – Papa Francisco, Octubre 11, 2017



Oración Final

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos otorgó el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

¡Amén!



Ciclo Mariano: Primera aparición, 13 de mayo de 1917

Llevando a su rebaño fuera de Aljustrel en la mañana del 13 de mayo, la fiesta de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, los tres niños pasaron Fátima, donde se encontraban la parroquia y el cementerio, y procedieron más o menos un kilómetro hacia el norte a las pendientes de Cova. Aquí dejaron que sus ovejas pastorearan mientras ellos jugaban en la pradera que llevaba uno que otro árbol de roble. Después de haber tomado su almuerzo alrededor del mediodía decidieron rezar el rosario, aunque de una manera un poco truncada, diciendo sólo las primeras palabras de cada oración. Al instante, ellos fueron sobresaltados por lo que después describieron como un "rayo en medio de un cielo azul". Pensando que una tormenta se acercaba se debatían si debían tomar las ovejas e irse a casa. Preparándose para hacerlo fueron nuevamente sorprendidos por una luz extraña.

Comenzamos a ir cuesta abajo llevando a las ovejas hacia el camino. Cuando estábamos en la mitad de la cuesta, cerca de un árbol de roble (el gran árbol que hoy en día está rodeado de una reja de hierro), vimos otro rayo, y después de da unos cuantos pasos más vimos en un árbol de roble (uno más pequeño más abajo en la colina) a una señora vestida de blanco, que brillaba más fuerte que el sol, irradiando unos rallos de luz clara e intensa, como una copa de cristal llena de pura agua cuando el sol radiante pasa por ella. Nos detuvimos asombrados por la aparición. Estábamos tan cerca que quedamos en la luz que la rodeaba, o que ella irradiaba, casi a un metro y medio.

«– ¡No tengan miedo! ¡Yo no le voy a hacer daño!»

Lucía respondió por parte de los tres, como lo hizo durante todas las apariciones
– ¿De dónde es usted?


«– Yo vengo del Cielo.»

La Señora vestía con un manto puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies. En sus manos llevaba las cuentas del rosario que parecían estrellas, con un crucifijo que era la gema más radiante de todas. Quieta, Lucía no tenía miedo. La presencia de la Señora le producía solo felicidad y un gozo confiado.


– ¿Y qué es lo que usted  quiere de nosotros?


«– Vine a pedirles que vengan aquí, a esta misma hora, los días 13 de cada mes durante 6 meses seguidos. Después les diré quién soy y lo que quiero. Y volveré aquí una séptima vez.»

[– ¿Usted me puede decir si la guerra durará aún mucho tiempo o si se acabará pronto?
«– No te lo puedo decir aún, mientras no te diga también lo que quiero.]»

– ¿Y yo también voy a ir al Cielo?
«– Sí, tu irás al cielo.»
– ¿Y Jacinta?
«– También.»


– ¿Y Francisco?
«– También, pero primero tiene que rezar muchos Rosarios.»

La Señora miró a Francisco con compasión por unos minutos, matizado con una pequeña tristeza. Lucía después se recordó de algunos amigos que habían fallecido.
[...]


– ¿Y Maria das Neves ya está en el Cielo?
«– Sí, ella está en el cielo.»
– ¿Y Amélia?
«– Ella estará en el purgatorio hasta el fin del mundo.»
[...]


«– ¿Ustedes quisieran ofrecerse a sí mismos a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él les envíe, como acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?»
– ¡Sí, sí lo queremos!

«– Tendrán, pues, que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será su consuelo y los fortalecerá.»


Fue al pronunciar estas últimas palabras (la gracia de Dios, etc.) cuando abrió por primera vez las manos, comunicándonos una luz tan intensa, que expedía de ellas como un gran reflejo, que penetrándonos en el pecho y en lo más íntimo del alma, nos hacía ver a nosotros mismos en Dios, que nos hacía ver más claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por un impulso interior de agradecimiento caímos de rodillas repitiendo en nuestros corazones:
«– ¡Oh Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento!»

Los niños permanecían de rodillas en el torrente de esta luz maravillosa, hasta que la Señora habló de nuevo, mencionando la guerra en Europa, de la que tenían poca ninguna noción.
Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora agregó:
«– Recen el Rosario todos los días, para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra.»

Después de esto ella se comenzó a elevar lentamente hacia el este, hasta que desapareció en la inmensa distancia. La luz que la rodeaba parecía que se adentraba entre las estrellas, es por eso que a veces decíamos que vimos a los cielos abrirse.

Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 172-173 (IV Memória)

Documentação Crítica de Fátima, vol. I. Fátima: Santuário de Fátima, 1992, p. 9.


Los días siguientes fueron llenos de entusiasmo, aunque ellos no pretendían que fueran así. Lucía había prevenido a los otros de mantener a su visita en secreto, sabiendo correctamente las dificultades que ellos experimentarían si los eventos se sabrían. Sin embargo la felicidad de Jacinta no pudo ser contenida, cuando prontamente se olvidó de su promesa y se lo reveló todo a su madre, quien la escuchó pacientemente pero le dio poca credibilidad a los hechos. Sus hermanos y hermanas se metían con sus preguntas y chistes. Entre los interrogadores solo su padre, "Ti" Marto estuvo inclinado a aceptar la historia como verdad. El creía en la honestidad de sus hijos, y tenía una simple apreciación de las obras de Dios, de manera que él se convirtió en el primer creyente de las apariciones de Fátima.

La madre de Lucía, por otro lado, cuando finalmente escuchó lo que había ocurrido, creyó que su propia hija era la instigadora de un fraude, si no una blasfemia. Lucía comprendió rápidamente lo que la Señora quería decir cuando dijo que ellos sufrirían mucho. María Rosa no pudo hacer que Lucía se retractara, aún bajo amenazas. Finalmente la llevó a la fuerza donde el párroco, el padre Ferreira, sin tener éxito. Por otro lado, el padre de Lucía, quien no era muy religioso, estaba prácticamente indiferente, atribuyendo todo a los caprichos de mujeres. Las próximas semanas, mientras los niños esperaban su próxima visita de la Señora en Junio, les revelaron que tenían pocos creyentes, y muchos en contra en Aljustrel y Fátima.



Oración de la comunidad

Oración a la Virgen de Fátima (Papa Francisco)

Bienaventurada María, Virgen de Fátima, con renovada gratitud por tu presencia maternal unimos nuestra voz a la de todas las generaciones que te llaman Bienaventurada. Celebramos en ti las grandes obras de Dios, quien nunca se cansa de inclinarse misericordiosamente hacia la humanidad afligida por el mal, y herida por el pecado, para curarla y salvarla. Acoge con benevolencia de Madre nuestra oración que hoy hacemos con confianza, ante ti, nuestra querida Madre. Estamos seguros de que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos y que nada de lo que habita en nuestros corazones es ajeno a ti. Custodia nuestra vida entre tus brazos; reavive y alimenta la fe; bendice y refuerza todo deseo de bien; reaviva y alimenta la fe; sostén e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad; guíanos a todos por el camino de la santidad. Enséñanos tu mismo amor de predilección por los pequeños y por los pobres, por los excluidos y por los que sufren, por los pecadores y por los extraviados de corazón: congrega a todos bajo tu protección y entréganos a todos nosotros a tu Adorado Hijo, Jesús, nuestro Señor. ¡Amén!

¡Gracias! 370 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Novena a Nuestra Señora de Fátima

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