Acaba de comenzar el mes sagrado del Ramadán, uno de los cinco pilares del islam. Hasta el próximo 4 de junio, los musulmanes adultos y con buena salud de todo el mundo están invitados a ayunar cada día desde el alba hasta la puesta del sol. Este ayuno, además de ser maestro de paciencia y humildad, acerca al sufrimiento de las personas que carecen de lo esencial para vivir dignamente, por eso es un tiempo de solidaridad a favor de los más desfavorecidos que es vivido de manera generosa, amistosa y servicial. Es también un momento para pasar más tiempo en familia y para dedicar más tiempo a la oración.

Como cristianos, nos sentimos interpelados por la fe de tantos millones de musulmanes que viven el Ramadán y nos sentimos en comunión con todos ellos. San Daniel Comboni vivió en una época y en un contexto que no le permitió tener una imagen positiva del islam, pero hoy sabemos que cuando cualquier religión es vivida de manera auténtica conduce siempre al amor y a la auténtica fraternidad.

Por intercesión de San Daniel Comboni oramos por todos nuestros hermanos musulmanes, que la celebración del Ramadán sea para ellos un momento de crecimiento espiritual que les permita abrirse a la auténtica comunión con todos los hombres y mujeres de la Tierra.