¿Por qué los votos?

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Cuando uno quiere amar a Jesucristo y quiere seguirle, es bueno hacer votos, entre ellos los de pobreza, castidad y obediencia, y ejercer las virtudes que los permiten. 

Los votos no son una finalidad, sino un medio para amar más a Jesucristo. Un voto es algo que haces para proteger un bien más grande que es tu amor para Jesucristo. 

Tenemos un corazón que es capaz de amar, pero también se puede apegar a cosas. Con los votos, protejo mi amor a Jesucristo protegiéndolo de las cosas, y hago la promesa de no tener nada. El voto de pobreza ayuda a que tengamos el corazón libre de apegos. 

El voto de castidad también sirve para proteger mi amor a Jesucristo. Es vivir bien la virtud de pureza y es amar a Jesucristo, porque nuestra manera de amar sinceramente y enteramente es siempre exclusiva. También es un signo apostólico que señala el cielo, si vives bien la castidad, sirves para señalar a los demás a no vivir solo de lo material. No es suprimir tu capacidad afectiva, sino orientarla hacia todos. Si amas como Jesucristo, miras a todas las personas como si fueran tus hijos, incluso los que te desprecian. Lo contrario de impureza en teoría es pureza, pero en la práctica es caridad. Si alguien es muy caritativo, tiene el corazón lleno.

El voto de obediencia es el más difícil porque amamos nuestra opinión, y  nos cuesta renunciar a nuestro juicio. El orgullo es nuestro amor a nuestro juicio y a nuestra opinión y este amor nos puede separar de Dios. Fue el pecado que separó a muchos ángeles. El voto de obediencia nos permite seguir a Jesucristo sin riesgo de seguir mi propia opinión. 

En el Evangelio, Jesús explica que es casto porque tiene un amor que va más allá de lo material, es casto por libertad afectiva. Jesucristo nos presenta este camino de pobreza, castidad y obediencia no como algo negativo, sino como un camino a mayor libertad. 

Hay que soportar el voto con la virtud correspondiente. Puedo hacer un voto si me he ejercitado en la virtud. El noviciado es el ejercicio de las virtudes.

Oración de la comunidad

Toma Señor mi libertad

Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo retorno. Todo es Tuyo: dispone de ello según Tu Voluntad. Dame Tu Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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