"Salir al encuentro del corazón y de la razón del hombre" P. Luigi Giussani

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Siervo de Dios don Luigi Giussani (1922–2005)

Luigi Giovanni Giussani nace el 15 de octubre 1922 en Desio, un pequeño pueblo de la Brianza, al norte de Milán. Su padre, Beniamino, fue delineante y tallista, y su madre, Angelina Gelosa, obrera del sector textil. Él socialista, ella católica, serán fundamentales para la formación humana y religiosa del joven Giussani.

Entra con once años en Venegono y es ordenado sacerdote por el cardenal Ildefonso Schuster el 26 de mayo de 1945. Durante el liceo, se apasiona por la literatura y, en particular, por la obra de Giacomo Leopardi, porque «la problemática que suscitaba me parecía que eclipsaba todas las demás». Se apasiona hasta el punto de aprender de memoria todas sus poesías, durante meses enteros estudia solamente a Leopardi.

La fe y la vida

Después de la ordenación sacerdotal, sus superiores deciden que el joven Giussani se quede en el seminario para proseguir los estudios y empezar la docencia. En 1954 consigue el doctorado en Teología. 

En esos años, sin embargo, Giussani advierte que en la aparente buena salud de la vida del catolicismo italiano, con las iglesias llenas y millones de votos para la Democracia Cristiana, ya se atisba una crisis profunda: el divorcio entre fe y vida, la tradición en contraste con la mentalidad común, la moral reducida a moralismo. Aun conociendo la doctrina y los dogmas, los jóvenes permanecían profundamente “ignorantes” de todo lo que era la Iglesia y se iban alejando. Por esto obtiene de sus superiores el permiso para dar clase de Religión en un liceo estatal. A partir de 1954 entra como profesor en el Liceo clásico Berchet de Milán, donde seguirá hasta 1967.

Su presencia en la enseñanza da un nuevo impulso a Gioventù Studentesca (el nombre de la Acción Católica italiana en la enseñanza superior) y le proporciona el carácter de un verdadero Movimiento.

En 1968 Gioventù Studentesca, arrastrada por el vendaval de la contestación, ve a muchos de sus miembros adherirse al Movimiento estudiantil, abandonando la experiencia cristiana. En este mismo año don Giussani sienta las bases, mediante una serie de encuentros en el Centro Cultural Charles Péguy de Milán, para una renovación de la experiencia original del Movimiento. Al año siguiente nace el nombre “Comunión y Liberación”.

El crecimiento del Movimiento

Desde comienzos de los años setenta se implica directamente con un grupo de estudiantes de la Universidad Católica. Son años de gran dinamismo y el Movimiento se difunde en todos los ambientes: la enseñanza, la universidad, las parroquias, las fábricas, los lugares de trabajo, a menudo desafiando con éxito mundos cultural y políticamente hostiles. Don Giussani no esconde los riesgos de este tumultuoso crecimiento y no se cansará de recordar continuamente la “verdadera naturaleza” de CL como experiencia de camino en la fe, indicando insistentemente las “derivas” en sentido intelectualista, organizativo y político.

La elección de Juan Pablo II, en 1978, marca la profundización de una relación con Karol Wojtyła que había empezado en 1971, en Polonia. Durante un largo tiempo don Giussani visitará al Papa en el Vaticano y en Castelgandolfo con algunos grupos de jóvenes.

El mundo como horizonte

Con los años, se van desarrollando las intuiciones juveniles de Giussani acerca de la misión y del ecumenismo. Algunos jóvenes de GS habían salido para Brasil ya en los primeros años sesenta. Mientras tanto, también a través de la amistad con el padre Romano Scalfi y la obra de Rusia Cristiana (la asociación creada para dar a conocer las riquezas de la tradición de la ortodoxia rusa), crecen las relaciones con Europa del Este y el mundo ortodoxo. En estos años el Movimiento se difunde sobre todo en Europa, América Latina y EEUU, también en virtud de la cálida invitación de Juan Pablo II, en 1984, a «ir al mundo entero».

Un viaje a Japón, en 1987, abre paso a una profundísima amistad entre don Giussani y el reverendo Shodo Habukawa, una de las figuras destacadas del budismo “Shingon”. Se acrecienta de manera muy especial la relación con la comunidad de España, donde Giussani viaja periódicamente. En esta relación de profundo afecto y sintonía identifica el futuro del Movimiento.

Los últimos mensajes

A comienzos de los años noventa se manifiestan los primeros signos de la enfermedad que, agravándose progresivamente, le acompañará durante más de una década, hasta su muerte. 

Es del nuevo milenio el extraordinario intercambio epistolar con el papa Wojtyła, entre 2002 y 2004, que culminará con una carta en la que don Giussani escribe: «No solo no pretendí nunca “fundar” nada, sino que el genio del movimiento que he visto nacer consiste en haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad de volver a los aspectos elementales del cristianismo, es decir, la pasión por el hecho cristiano como tal, en sus elementos originales y nada más».

El último mensaje al Movimiento es del 16 de octubre de 2004, con ocasión de la peregrinación a Loreto por el cincuenta aniversario de CL. Las palabras iniciales son: «¡Virgen María, tú eres la seguridad de nuestra esperanza! Esta es la frase más importante para toda la historia de la Iglesia; en ella se concentra todo el cristianismo».

El 22 de febrero de 2005, muere en su habitación de Milán.

Celebra el funeral en el Duomo de Milán el entonces cardenal y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe Joseph Ratzinger, como enviado personal de Juan Pablo II. Giussani descansa en el Cementerio Monumental de Milán. Su tumba es meta de peregrinación continua desde Italia y el mundo entero.

Al término de la misa celebrada en el Duomo de Milán en el séptimo aniversario del fallecimiento de don Giussani, el 22 de febrero de 2012, Julián Carrón (presidente electo de la Fraternidad de CL en 2005 después de la muerte de don Giussani, quien lo había llamado un año antes desde España para compartir con él la guía de todo el movimiento) comunica que ha presentado la petición de apertura de la causa de beatificación y canonización del sacerdote de Desio. La instancia es aceptada por el Arzobispo de Milán, cardenal Angelo Scola. Don Giussani es Siervo de Dios.

Palabras hechas oración 

Debemos pedir la fuerza del Padre, la fuerza de Dios. La fuerza de Dios es un hombre, la misericordia de Dios tiene un nombre en la historia: Jesucristo, dice el Papa en la encíclica que he citado. ¡Nosotros debemos pedir que venga Jesús! «Ven, Señor Jesús. Ven, Señor» es el grito que sintetiza toda la historia humana, la historia de la relación entre el hombre y Dios en la Biblia. Id a buscar la Biblia, en la última página, las últimas palabras son estas: «Ven, Señor». Debemos rezar. Es una súplica mendicante, no es una fuerza, sino la extrema debilidad, la expresión extrema de la conciencia de nuestra debilidad. La conciencia de nuestra debilidad se convierte en súplica mendicante. La súplica mendicante es la última posibilidad de fuerza adecuada a nuestro destino, hace al hombre adecuado al destino. Se llama normalmente oración.

P. Luigi Giovanni Giussani, Avvenimento di libertà. Conversazioni con giovani universitari, Marietti, Génova, 2002, p. 56  


Oración de la comunidad

Oración de intercesión por los misioneros

Señor, que has querido que tu Iglesia sea sacramento universal de salvación para todos los hombres, escucha bondadoso las súplicas que te dirigimos por los misioneros: sacerdotes, religiosos y laicos. Ya que te dignas concedernos la gracia de cooperar en la santificación de tu Iglesia, acepta nuestro deseo de hacerte amar y conocer, por el que te ofrecemos nuestra oración, amor y sacrificio, Para que por los méritos de tu Hijo Jesucristo bendigas a los misioneros, guardándolos de todo peligro, haciéndoles sentir tu presencia en sus trabajos y preocupaciones, haciendo de ellos unos apóstoles que emulen el fervor misionero de San Francisco Javier y Santa Teresa del Niño Jesús, co-patronos de las misiones. María, Madre de la Iglesia, Estrella de la evangelización y Reina de las Misiones, acompaña a los misioneros en su entrega y concédeles el don de la perseverancia en su compromiso de dar a conocer a Jesucristo, nuestro Salvador y compartir el evangelio con quienes no lo conocen. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

¡Gracias! 12 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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