Noveno día: SACRIFICIO
Noveno día: SACRIFICIO
Hoy nos acogemos al cuidado y protección de San José.
Que con su ejemplo nos enseñe a amar, a servir, a sacrificarnos y a permanecer unidos a la Virgen María y a Jesús, tal como lo hizo él toda su vida.
¡Amén!
Meditación
Un verdadero padre tiene los ojos abiertos a las necesidades de la familia y está dispuesto a sacrificarse. San José no pensaba en sí mismo, sino en Jesús y en María.
San José vivió una vida plena en el Señor, pero eso no lo eximió de todas las vicisitudes que tuvo que vencer, porque detrás de su amoroso sacrificio, su Santo Corazón estaba transmutando y trascendiendo.
San José estaba dispuesto a sufrir por aquellos que amaba y no solo una, sino muchas veces: el embarazo de María; el viaje a Belén; los rechazos; la circuncisión; la profecía de Simeón; Herodes; el Niño perdido.
Los padres deben estar dispuestos a sufrir por amor a su familia como el buen San José. El amor se mide por la capacidad de sufrir por los seres queridos.
San José nunca renegó ni rechazó nada de lo que le tocó vivir, entendió desde el principio que todo lo que experimentaba era parte de su redención y purificación.
En todo esto, San José sufrió valientemente en silencio y ofreció este sacrificio a Dios.
Oración Final - Consagración a San José
¡Oh, benignísimo San José!
Consagro mi familia terrenal completa a tu paternal protección
para que nos mantengáis en resguardo discreto y seguro.
No permitas, amado San José, que ni uno sólo de nosotros se pierda
muriendo sin los ritos sacerdotales y sin tu amable presencia.
Te confío mi familia que como todas las otras familias
son el mayor bien que el cielo nos ha prestado
para juntos alcanzar la Gloria Celestial.
¡Amén!
¡Amén!
- ¡Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía!
- ¡Jesús, José y María, asístanme en mi última agonía!
- ¡Jesús, José y María, a su lado descanse en paz el alma mía!
« Dios te Salve, José »
¡Dios te salve, José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
¡Amén!
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6