16 febrero - Sexto día : ¡Hagamos penitencia!

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16 febrero - Sexto día : ¡Hagamos penitencia!

 

Oración para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseo hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamado que en persona de la humilde Bernardita, has hecho a todos tus hijos.

Me postro a tus pies para escuchar con atención tu dulce voz, presentarte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me ignores, Madre mía, a pesar de mi indignidad; observa únicamente el arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón.

Renueva en mi corazón la pasión hacia tu adorado Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad.

Mucho mas quiero dar gracias a Dios, por todos los beneficios recibidos.

¡Amén!

 

 

Oración para el sexto día

Después que la Santísima Virgen nos pide que roguemos por los pecadores; nos recomienda también que nos arrepintamos y hagamos penitencia para redimir nuestros pecados. Es muy digna de consideración la insistente repetición de la palabra: «Penitencia, penitencia, penitencia.» Es como el grito amoroso de alarma, salido del corazón de una madre que ve en grave peligro a su amado hijo.

Observando desde la eterna morada los pecados e iniquidades que continuamente se cometen en el mundo; teniendo oprimido su corazón de un lado por las ofensas a Dios, y por otro lado por los castigos a que se hacen acreedores los hombres; viendo Ella, la inminente divina diestra levantada para descargar el golpe sobre los miserables pecadores, Ella se adelanta, baja a la tierra y nos advierte con solicitud maternal que hagamos penitencia de nuestros pecados, pues sólo haciendo penitencia muy humilde y dolorosa, podremos vernos libres de los castigos que nos corresponden.

Tal vez en ninguna otra época que la presente, se pueden aplicar con más propiedad las palabras de Juan el Bautista: "Hagan penitencia, porque ya está el hacha puesta a la raíz del árbol, y todo árbol que no lleve buen fruto será cortado y arrojado al fuego." Grabemos en nuestro corazón estas palabras de Juan el Bautista, y hagamos una verdadera y digna penitencia de nuestros pecados.

¡Amén!

 

 

Parte Histórica - sexta parte

Muchas veces la oración no basta para obtener de Dios la conversión de un pecador.

A fuerza de crimenes su alma se halla demasiado empedernida en oir la voz de Dios, pera demasiado ensimismada que no logra salir del pecado.

A fuerza de crimenes también se ha irritado increíblemente a Dios que le niega al pecador su gracia. Su justicia se opone a que Él se apiade del pecador y la oración no consigue nada de la justicia de Dios.

Así, lo declaró Él mismo, a Santa Brígida. Entonces es necesario acudir a su misericordia, y “obligarla” a que se apiade del que ruega por el pecador.

El reino de Dios sufre “violencia” ha dicho Jesús, y sólo los que se hacen “violentos” le conquistan. Para conseguir para sí mismo o para otros el reino de Dios, es necesario hacerse “violento” imponiéndose algún sacrificio que podamos presentar delante de Dios diciendo: “Señor ya que no oyes mi oración, por lo menos mira lo que sufro por tu amor para que me perdones, a mí, este pobre ingrato”. Es necesario que este sacrificio sea tan humilde que Dios al mirarle tenga compasión del que le ofrece, y por ende lo reciba.

Ahora bien, entre todas las mortificaciones que podamos ofrecer a Dios, tal vez no haya una más meritoria que la de besar la tierra, pues es una de las acciones que más nos humilla venciendo nuestra vanidad. Besar ese polvo que hollamos con tanto desprecio; besar ese polvo que tanto horror nos causa, porque es la figura de la nada en la cual se ha de convertir nuestro cuerpo, es un acto de profunda humildad, y por eso nos pide la Virgen cuando queramos conseguir un gran favor del corazón de Dios, el lograr la conversión de un pecador.

 

 

Meditación del Sexto Día 

¡Nuestra Señora de Lourdes! enseñádnos a nosotros a no ir a beber a los ríos de la tierra; a los rios como el Gave de Pau que pasa espumoso y revuelto; a las pasiones efímeras y desordenadas; a la vida de apariencias que no es más que una muerte; a los goces materiales que matan al espíritu; a esas aguas que aumentan la sed en vez de apagarla; a esas desabridas aguas que dan la ilusión de un instante y dejan al hombre todos sus males, todos sus dolores, todas sus miserias.

Te pedimos nos ayudes a dejar las tumultuosas y agitadas ondas y que logremos abandonar la corriente de esos ríos, de esos torrentes que se precipitan en el abismo. Condúcenos a la Fuente que calma y alienta, que cura y resucita. Condúcenos al manantial de la verdad y de la verdadera vida, a ese manantial que brota de la Roca inmutable sobre la cual la Iglesia ha echado sus fundamentos eternos.

Aun más, ¡oh María! a través de nuestra corrompida naturaleza, has brotar del fondo de nuestras almas un fluente de gracias que venzan nuestras resistencias, purifiquen nuestras manchas y curen nuestros desventuras.

Que al menor signo de tu mano, nazca y se ensanche en nosotros mismos esa fuente de agua de vida que conduce a la vida perdurable.

¡Oh! Virgen de indecible ternura y sin igual pureza, ablanda este corazón de marmol y derrama lágrimas de arrepentimiento. 

« Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén! »

 

 

Oración a Santa Bernardita

¡Bernardita de Lourdes! joven humilde y sencilla,
fuiste elegida por predilección divina  
para contemplar a la Madre de Dios, 
recibir su mensaje de conversión 
y entregarlo a los hombres de nuestro tiempo. 

Hoy venimos también nosotros, 
tus hijos, tus hermanos,
a saludarte y felicitarte,
dispuestos a imitar tu fe y entrega al Señor. 

Tú, que acudiste presurosa al encuentro de la Virgen,
préstanos tus pies ágiles para llegar hasta Jesús,
recorriendo el mismo camino que te enseñó María. 

Tú, que con tu Rosario alabaste a la Virgen Santa, 
préstanos tus labios candorosos,
para dialogar con Cristo, contarle nuestros problemas,
y compartir las esperanzas de nuestros hermanos. 

Tú, que en un cielo anticipado, 
contemplaste extasiada a María Inmaculada,
préstanos tus ojos límpidos para admirarla en su grandeza
y ser como Ella humildes servidores del Señor. 

Tú, que recibiste una promesa de felicidad, 
no en este mundo, sino en el otro,
danos tu corazón sencillo y generoso
para cumplir siempre con nuestro deber. 

Así, amando cada día más al Señor, 
y reconociéndolo presente en nuestros hermanos,
merezcamos contemplar contigo en el cielo
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Amén!

 

 

Gozos a la Virgen de Lourdes

I

Virgen Santa Inmaculada, de la Gruta misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

II

Allá en las verdes riberas donde sus aguas de plata
El manso Gave desata dando vida, inspiración.
A la sombra de sus bosques la humilde Lourdes reposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

III

De verduras tapizadas se levantan sus montañas
De cuyas ricas entrañas, con admirable primor,
Se desprende una ancha Gruta que se cubre de silvestre roca.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

IV

Hacia las faldas del monte subió un día Bernardita,
La aldeana de Dios bendita por sus gracias y candor,
A formar haces de leña que proveyeran a su choza con fuego y calor.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

V

Súbitamente a la Gruta un rayo de luz la ilumina,
Y en una aureola divina más espléndida que el sol,
La reina del Cielo y la Tierra su santo pie en la roca posa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VI

“No temas, hija querida, levanta a mí tu mirada,
Soy María Inmaculada, soy la Madre de tu Dios
Por teatro elijo este sitio de mi portentosa mano.”

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VII

Dijo la Virgen, y envuelta por los pliegues de una nube
Al Cielo de nuevo subió que a su paso se entreabrió:
La aldeana vuelve a la vida, y su alma de placer rebosa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VIII

Al pie de esta misma Gruta, diez y ocho veces la aldeana
De la Virgen soberana la vista recibió,
Desafiando al malvado, otras tantas veces victoriosa salió.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

 

IX

Sellar quiso, sus bondades la Señora, eternamente,
Con una límpida fuente, que entre las rocas brotó
Al contacto repentino de la candorosa niña.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

X

En esas aguas del cielo el hombre encuentra la vida,
Huye la muerte aterrada, calma el triste su dolor,
Y en los triunfos de María la Iglesia Santa se goza.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XI

El lejano peregrino va a postrarse ante esa roca,
Donde el mundo entero invoca, Tu Divina Concepción.
¡Bendita seas, María!
Que de Dios eres Madre, Hija y Esposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XII

Virgen Santa Inmaculada de la Gruta Misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

¡Amén!

 

 

Oracion Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostraste a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, tes ruego me hagas merecedor(a) de alegrar mi corazón con tus influencias soberanas.

Y así, Señora, como hiciste brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno(a) de los goces purísimos del cielo.

¡Amén!

 

 

 

Acción concreta:

Oremos por todos aquellos cuyo sustento requiriere un enfoque diferente, aquellos que se sienten apesadumbrados pero con la fuerte esperanza de mantener a Dios en el centro de sus vidas.


 

 

Oración de la comunidad

Oración a Nuestra Señora de Lourdes

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros. Por nuestros pecados, indignos somos para ser escuchados: pero acuérdate que jamás se ha oído decir que nadie que haya acudido a Ti haya sido abandonado. ¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de bendición para (dígase el nombre del enfermo/a), que se haya tristemente enfermo. Concédele por intercesión de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más, concédenos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios, prisionero por nosotros en los Sagrarios. ¡Amén!

¡Gracias! 130 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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