15 febrero - Quinto día : ¡Seamos fieles!

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15 febrero - Quinto día : ¡Seamos fieles!

 

Oración para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseo hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamado que en persona de la humilde Bernardita, has hecho a todos tus hijos.

Me postro a tus pies para escuchar con atención tu dulce voz, presentarte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me ignores, Madre mía, a pesar de mi indignidad; observa únicamente el arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón.

Renueva en mi corazón la pasión hacia tu adorado Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad.

Mucho mas quiero dar gracias a Dios, por todos los beneficios recibidos.

¡Amén!

 

 

Oración para el quinto día

Ya nos lo tiene dicho Jesucristo. «Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes.» Todo el que quiera vivir y ser de Cristo, ha de pasar por la tribulación y por las amarguras de la persecución. El mundo material no se va a conformar con las máximas del Señor porque son opuestas a las suyas. De aquí las ironías y escarnios con los cuales son humillados los que se entregan a la devoción y que procuran santificar su alma llevando una vida conforme a los principios del Evangelio. No obstante, en esta lucha del mal contra el bien no podemos desfallecer; si el mundo nos critica, nos ridiculiza y nos humilla, nosotros tenemos a cambio el testimonio de la buena conciencia y la aprobación y complacencia de Dios y de toda su corte celestial.

Nunca la Virgen miró a Bernardita con ojos más benignos y complacientes, que cuando la vio perseguida y calumniada.

El Señor envía tribulaciones a sus siervos para probar su fidelidad, para purificarlos más e incluso para depurar mucho más sus imperfecciones; y así darles ocasión de ganar mayores méritos para la vida eterna. Las penas y trabajos de esta vida son como el sello de las complacencias de Dios sobre un alma. Nadie amó a Dios en el mundo ni de Dios fue tan amado como Jesús y María, pero nadie tampoco sufrió en esta vida tanto como ellos sufrieron.

Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. – San Juan 15, 4:5

¡Amén!

 

 

Parte Histórica - Quinta parte

Al dignarse bajar del cielo, la Santísima Virgen se proponía convertir el mundo materializado hacia Dios, resucitando la fe en los corazones. Se consigue esto de dos maneras: o por las manifestaciones públicas de la piedad cristiana o por las manifestaciones de las maravillas de Dios. María lo sabe; y por eso pide a Bernardita que el mundo entero venga en procesión a la gruta que Ella misma ha escogido, que se hagan allí actos de fe y de amor y a cambio se recibiran manifestaciones de la misericordia divina.

La procesión procura la gloria de Dios. En ella y por ella, el cristiano confiesa a Dios, canta sus alabanzas, proclama sus grandezas, e implora sus misericordias.

En la procesión, el cristiano vence su pusilanimidad y su falta de valor para enfrentar peligros o dificultades, el respeto humano triunfa y con el ejemplo y colegialidad de sus hermanos cristianos se alienta en la fe, en la confianza y en el amor. Y ¡ qué mejoes condiciones para recibir las gracias divinas!

Por eso la Santísima Virgen se complace en derramar sobre el pueblo cristiano los beneficios de su maternal misericordia. Cuando el pueblo reunido ha orado y cantado las alabanzas de Dios y pedido el auxilio de su Madre, llueve del cielo el rocío del milagro y viene a dar vista al ciego, oído al sordo, voz al mudo, y salud al paralítico. Y la gente que contempla tantas maravillas, ve crecer su fe, se siente renacer la esperanza perdida, y canta de nuevo las alabanzas de Dios.

Aunque no de un modo tan patente, ¡cuántas maravillas han contemplado nuestros ojos! ¡Cuántos favores han recibido nuestras almas! Y sin embargo permanecemos fríos ante la gracia y sordos a la voz de Dios.

También a nosotros nos llama a Virgen, cuando en nuestro corazón sentimos el deseo de practicar alguna virtud para agradarla, o cuando sentimos deseos de apartarnos de algún pecado que sabemos la ofende.

No nos hagamos sordos a su voz, seámosle siempre dóciles, y a cambio, Ella derramará sobre nosotros las gracias de salud y de conversión que tanto necesitamos.

« Y solamente la constancia que dura toda la vida es la que puede llamarse fidelidad. El "fiat" de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el "fiat" que silenciosamente repitió al pie de la cruz. Ser fiel significa no traicionar en la oscuridad lo que se aceptó en la luz.» – Papa Juan Pablo II, 1979, México

 

 

Meditación del Quinto Día 

¡Nuestra Señora de Lourdes! antes de decir tu nombre y de comenzar en el desierto lugar donde se presenció la maravillosa serie de milagros de los cuales sus detalles se han extendido por todo el universo, habéis querido recordar a la tierra la gran Palabra que el Precursor de vuestro Hijo predicaba en las riberas del Jordán:

¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! Habéis querido hacer comprender a nuestro empedernido sensualismo, que el arrepentimiento, la reparación la expiación de las faltas cometidas son las más urgentes necesidades de nuestro culpable siglo y la más saludable preparación para las gracias y beneficios del cielo.

A quién fuera de la estación primaveral o estival te pida la flor más perfumada del rosal, tú le responderas ¡oh! María, recordándole la necesidad de las espinas.

Concédenos, omnipotente madre de Dios, el espíritu de penitencia que consiste en morir a sí mismo para resucitar en la vida nueva, en el mismísimo Nuestro Señor Jesucristo. Y haciendo esto, ¡oh! Nuestra Señora de Lourdes, Tú nos daras en el invierno de este mundo la flor anticipada de la eterna primavera.

«  ¡Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros»

 

 

Oración a Santa Bernardita

¡Bernardita de Lourdes! joven humilde y sencilla,
fuiste elegida por predilección divina  
para contemplar a la Madre de Dios, 
recibir su mensaje de conversión 
y entregarlo a los hombres de nuestro tiempo. 

Hoy venimos también nosotros, 
tus hijos, tus hermanos,
a saludarte y felicitarte,
dispuestos a imitar tu fe y entrega al Señor. 

Tú, que acudiste presurosa al encuentro de la Virgen,
préstanos tus pies ágiles para llegar hasta Jesús,
recorriendo el mismo camino que te enseñó María. 

Tú, que con tu Rosario alabaste a la Virgen Santa, 
préstanos tus labios candorosos,
para dialogar con Cristo, contarle nuestros problemas,
y compartir las esperanzas de nuestros hermanos. 

Tú, que en un cielo anticipado, 
contemplaste extasiada a María Inmaculada,
préstanos tus ojos límpidos para admirarla en su grandeza
y ser como Ella humildes servidores del Señor. 

Tú, que recibiste una promesa de felicidad, 
no en este mundo, sino en el otro,
danos tu corazón sencillo y generoso
para cumplir siempre con nuestro deber. 

Así, amando cada día más al Señor, 
y reconociéndolo presente en nuestros hermanos,
merezcamos contemplar contigo en el cielo
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Amén!

 

 

Gozos a la Virgen de Lourdes

I

Virgen Santa Inmaculada, de la Gruta misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

II

Allá en las verdes riberas donde sus aguas de plata
El manso Gave desata dando vida, inspiración.
A la sombra de sus bosques la humilde Lourdes reposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

III

De verduras tapizadas se levantan sus montañas
De cuyas ricas entrañas, con admirable primor,
Se desprende una ancha Gruta que se cubre de silvestre roca.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

IV

Hacia las faldas del monte subió un día Bernardita,
La aldeana de Dios bendita por sus gracias y candor,
A formar haces de leña que proveyeran a su choza con fuego y calor.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

V

Súbitamente a la Gruta un rayo de luz la ilumina,
Y en una aureola divina más espléndida que el sol,
La reina del Cielo y la Tierra su santo pie en la roca posa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VI

“No temas, hija querida, levanta a mí tu mirada,
Soy María Inmaculada, soy la Madre de tu Dios
Por teatro elijo este sitio de mi portentosa mano.”

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VII

Dijo la Virgen, y envuelta por los pliegues de una nube
Al Cielo de nuevo subió que a su paso se entreabrió:
La aldeana vuelve a la vida, y su alma de placer rebosa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VIII

Al pie de esta misma Gruta, diez y ocho veces la aldeana
De la Virgen soberana la vista recibió,
Desafiando al malvado, otras tantas veces victoriosa salió.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

 

IX

Sellar quiso, sus bondades la Señora, eternamente,
Con una límpida fuente, que entre las rocas brotó
Al contacto repentino de la candorosa niña.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

X

En esas aguas del cielo el hombre encuentra la vida,
Huye la muerte aterrada, calma el triste su dolor,
Y en los triunfos de María la Iglesia Santa se goza.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XI

El lejano peregrino va a postrarse ante esa roca,
Donde el mundo entero invoca, Tu Divina Concepción.
¡Bendita seas, María!
Que de Dios eres Madre, Hija y Esposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XII

Virgen Santa Inmaculada de la Gruta Misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

¡Amén!

 

 

Oracion Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostraste a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, tes ruego me hagas merecedor(a) de alegrar mi corazón con tus influencias soberanas.

Y así, Señora, como hiciste brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno(a) de los goces purísimos del cielo.

¡Amén!

 

 

 

Acción concreta:

Oremos por todos los que se dedican a salvaguardar su iglesia, que encuentren el coraje y la inspiración paara infundir nueva vida a su comunidad.


 

 

Oración de la comunidad

Oración a Nuestra Señora de Lourdes

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros. Por nuestros pecados, indignos somos para ser escuchados: pero acuérdate que jamás se ha oído decir que nadie que haya acudido a Ti haya sido abandonado. ¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de bendición para (dígase el nombre del enfermo/a), que se haya tristemente enfermo. Concédele por intercesión de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más, concédenos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios, prisionero por nosotros en los Sagrarios. ¡Amén!

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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