12 febrero - Segundo día : ¡Oremos!

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12 febrero - Segundo día : ¡Oremos!

 

Oración para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseo hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamado que en persona de la humilde Bernardita, has hecho a todos tus hijos.

Me postro a tus pies para escuchar con atención tu dulce voz, presentarte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me ignores, Madre mía, a pesar de mi indignidad; observa únicamente el arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón.

Renueva en mi corazón la pasión hacia tu adorado Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad.

Mucho mas quiero dar gracias a Dios, por todos los beneficios recibidos.

¡Amén!

 

 

Oración para el segundo día

Una de las facetas más importantes de la vida cristiana es la práctica de la oración. La oración es el medio más habitual que Dios ha puesto en manos del hombre para obtener la solución a todas sus necesidades. Nuestra oración sube al cielo y baja sobre nosotros la misericordia y divina compasión en forma de mil favores y gracias soberanas. «¡Pedid y recibiréis!» nos ha dicho nuestro Divino Salvador, «Buscad y encontraréis, llamad, y se os abrirá.»

No hay acción que purifique más las ignorancias del entendimiento y los afectos desordenados del corazón como la oración, la cual inflama a este con el fuego del Divino Amor y llena a aquel de Divina Claridad y Luz Celestial: es agua bendita, cuyo riego hace reverdecer y florecer las plantas de los buenos deseos, y lava nuestras almas de las pasiones que agobian al corazón.

Bernardita nos dice «Oremos y hagamos el rosario...» 

Oremos nosotros con ella, seamos constantes en la oración, pues sólo así podremos vernos libres de los lazos, insidias y asechanzas continuas del infernal enemigo. Oremos sin intermisión como nos lo aconseja el Apóstol, y oremos con fervor porque los tiempos en que vivimos son malos; la tempestad arrecia por momentos, y sólo con la oración podremos salir ilesos de tantos peligros a los que estamos expuestos.

¡Amén!

 

 

Parte Histórica - Segunda parte

Bernardita le contó a sus padres la visión que había tenido en la gruta y obtuvo permiso para volver allí el siguiente domingo, 14 de febrero, acompañada de su hermana y otras amiguitas. Antés de encaminarse a la gruta, hicieron un alto en el camino, entraron a la iglesia del pueblo y llenaron de agua bendita un frasquito que llevaban preparado.

Al llegar al sitio tan deseado; el sol estaba radiante: «Oremos y hagamos el rosario...» sugirió Bernardita. De repente, su rostro aparece transfigurado, su mirada se ilumina, se conmueven sus facciones: era que la maravillosa aparición acababa de manifestarse a sus ojos. Veía a la misma Señora resplandeciente de una gracia celestial, de una belleza sin igual. Sus pies descansaban en la roca dentro del nicho.

«Mirad, exclama Bernardita, ¡ahí está!» Pero ¡ay, que tristeza! a sus amigas no les era dado contemplar tanta hermosura, y no pudieron ver lo que extasiaba a Bernardita. Recibiendo ésta de una de sus amigas el agua bendita, roció a la Aparición, diciendo: «Si venís de parte de Dios, ¡acércate!» A estas palabras, la Virgen graciosamente se inclina varias veces y se adelanta casi hasta el borde de la roca, dejando entrever que se sonreía.

«Si venís de parte de Dios, ¡acércate!» repetía Bernardita; y luego prosternándose, como subyugada por aquella inefable hermosura, continuó rezando el Rosario, que la Virgen parecía escuchar, deslizando ella también el suyo entre sus dedos.

«…Entonces metí la mano en el bolsillo y saqué el rosario… La Señora tomó el rosario que tenía entre sus manos e hizo la señal de la cruz… Me arrodillé y recé el Rosario en presencia de la hermosa Señora… Ella pasaba las cuentas de su rosario entre sus dedos, pero sin mover los labios. Unicamente al final de cada decena repetía conmigo el Gloria.»

Concluido el Rosario, la visión desapareció.

« La oración nos une y nos hace hermanos unos con otros. No dejemos de rezar en ningún momento, aun así cuando vamos caminando, viajando o cuando vamos a dormir. Cuando se reza nos enlazamos con Dios. » – Modesto Lule Zalava.

 

 

Meditación del Segundo Día 

¡Nuestra Señora de Lourdes! nosotros también, como la pequeña Bernardita a quien te le apareciste, tenemos nuestros miedos y temores frente a las manifestaciones del cielo. Nosotros también experimentamos cierto temor y desfallecimiento, cuando a nuestra alma se le presenta algo celestial, como el deber que cumplir, o la religión que practicar. Enseñanos, ¡oh María! a vencer con la ayuda de la oración, los temores que experimenta nuestra débil naturaleza. Haznos comprender que la virtud es sólo austera en la apariencia y que si cierta timidez precede a las acciones, un gozo inefable las acompaña y las sigue: muy al contrario que con el pecado, nos seduce y nos engaña con lo atractivo del placer y que deja sólo vacío y decepción, tristeza y amargura.
   
Mil veces nuestros espíritus han experimentado esta verdad, y parece sin embargo, que la ignoramos enteramente: tan rebeldes o descuidados somos para hacer el bien, y tan fácilmente sucumbimos a la tentación.

¡Oh Madre nuestra! haz penetrar esta verdad en el fondo de nuestros corazones, a fin de que ella disminuya constantemente nuestra debilidad, y sigamos siempre los senderos del Señor.

« ¡Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros! »

 

 

Oración a Santa Bernardita

¡Bernardita de Lourdes! joven humilde y sencilla,
fuiste elegida por predilección divina  
para contemplar a la Madre de Dios, 
recibir su mensaje de conversión 
y entregarlo a los hombres de nuestro tiempo. 

Hoy venimos también nosotros, 
tus hijos, tus hermanos,
a saludarte y felicitarte,
dispuestos a imitar tu fe y entrega al Señor. 

Tú, que acudiste presurosa al encuentro de la Virgen,
préstanos tus pies ágiles para llegar hasta Jesús,
recorriendo el mismo camino que te enseñó María. 

Tú, que con tu Rosario alabaste a la Virgen Santa, 
préstanos tus labios candorosos,
para dialogar con Cristo, contarle nuestros problemas,
y compartir las esperanzas de nuestros hermanos. 

Tú, que en un cielo anticipado, 
contemplaste extasiada a María Inmaculada,
préstanos tus ojos límpidos para admirarla en su grandeza
y ser como Ella humildes servidores del Señor. 

Tú, que recibiste una promesa de felicidad, 
no en este mundo, sino en el otro,
danos tu corazón sencillo y generoso
para cumplir siempre con nuestro deber. 

Así, amando cada día más al Señor, 
y reconociéndolo presente en nuestros hermanos,
merezcamos contemplar contigo en el cielo
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Amén!

 

 

Gozos a la Virgen de Lourdes

I

Virgen Santa Inmaculada, de la Gruta misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

II

Allá en las verdes riberas donde sus aguas de plata
El manso Gave desata dando vida, inspiración.
A la sombra de sus bosques la humilde Lourdes reposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

III

De verduras tapizadas se levantan sus montañas
De cuyas ricas entrañas, con admirable primor,
Se desprende una ancha Gruta que se cubre de silvestre roca.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

IV

Hacia las faldas del monte subió un día Bernardita,
La aldeana de Dios bendita por sus gracias y candor,
A formar haces de leña que proveyeran a su choza con fuego y calor.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

V

Súbitamente a la Gruta un rayo de luz la ilumina,
Y en una aureola divina más espléndida que el sol,
La reina del Cielo y la Tierra su santo pie en la roca posa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VI

“No temas, hija querida, levanta a mí tu mirada,
Soy María Inmaculada, soy la Madre de tu Dios
Por teatro elijo este sitio de mi portentosa mano.”

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VII

Dijo la Virgen, y envuelta por los pliegues de una nube
Al Cielo de nuevo subió que a su paso se entreabrió:
La aldeana vuelve a la vida, y su alma de placer rebosa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VIII

Al pie de esta misma Gruta, diez y ocho veces la aldeana
De la Virgen soberana la vista recibió,
Desafiando al malvado, otras tantas veces victoriosa salió.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

 

IX

Sellar quiso, sus bondades la Señora, eternamente,
Con una límpida fuente, que entre las rocas brotó
Al contacto repentino de la candorosa niña.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

X

En esas aguas del cielo el hombre encuentra la vida,
Huye la muerte aterrada, calma el triste su dolor,
Y en los triunfos de María la Iglesia Santa se goza.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XI

El lejano peregrino va a postrarse ante esa roca,
Donde el mundo entero invoca, Tu Divina Concepción.
¡Bendita seas, María!
Que de Dios eres Madre, Hija y Esposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XII

Virgen Santa Inmaculada de la Gruta Misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

¡Amén!

 

 

Oracion Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostraste a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, tes ruego me hagas merecedor(a) de alegrar mi corazón con tus influencias soberanas.

Y así, Señora, como hiciste brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno(a) de los goces purísimos del cielo.

¡Amén!

 

 

 

Acción concreta:

Oremos por todos los que se aferran a su fe en condiciones difíciles, como los católicos perseguidos en el mundo entero; por aquellos que enfrentan los desafíos del envejecimiento para que nuestras oraciones y nuestra solidaridad les transmitan la fuerza para permanecer comprometidos con aquellos que más lo necesitan.


 

 

Oración de la comunidad

Oración a Nuestra Señora de Lourdes

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros. Por nuestros pecados, indignos somos para ser escuchados: pero acuérdate que jamás se ha oído decir que nadie que haya acudido a Ti haya sido abandonado. ¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de bendición para (dígase el nombre del enfermo/a), que se haya tristemente enfermo. Concédele por intercesión de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más, concédenos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios, prisionero por nosotros en los Sagrarios. ¡Amén!

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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