Mensaje de Navidad de San Romero: ¡Dios sigue salvando la historia!

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Podríamos definir la Navidad como el acontecimiento de Cristo presente en el mundo. Dios se concibe Emanuel y habita entre nosotros. Nacido de una mujer de nombre María que, junto a su esposo José, tiene que emigrar al exilio. Perseguidos por el poder del mundo, encarnado en Herodes, llegan a Belén. Buscan y buscan posada, sin éxito. Encuentran finalmente un pesebre. El recuerdo nos invita a recrear la historia del nacimiento de Jesús entre animales y pastores, dando la señal de que el hijo del hombre, el rey de reyes, ha nacido pobre, excluido, al resguardo de una familia, privilegiada de ser la primera comunidad en acoger el acontecimiento del Dios encarnado en la historia de nuestra humanidad.

Es en el mensaje de Navidad donde podemos ver a un San Óscar Romero profeta, un hombre que proclamaba no un recuerdo, no sólo un Cristo que nació, murió y resucitó, sino que -como una voz que clama en el desierto del dolor, de las desesperanzas, de la exclusión y de las injusticias- proclama las bienaventuranzas del Cristo presente. Porque es en nuestro hoy, en nuestro presente, donde Cristo nace, muere y resucita.

La Navidad para nuestro Santo Mártir era entender el acontecimiento de la Navidad como la Buena Noticia que viene hacia ti, hacia mí, hasta nosotros, que viene a iluminar nuestra oscuridad personal: “¡Dios sigue salvando en la historia! Por eso, al volver a este episodio del nacimiento de Cristo en Belén, no venimos a recordar el nacimiento de Cristo hace veinte siglos, sino a vivir el nacimiento, pero… en nuestra Navidad” (Homilía del 24 de diciembre de 1978).

No podemos censurar nuestro presente y conmemorar el nacimiento de Cristo sin abrir nuestro corazón a dar posada al Cristo de hoy, a aquellas vidas que llegan a nuestras puertas pidiendo posada. Todos tenemos un extranjero, un extraño, un desconocido llamado a transformarse en nuestro prójimo. Pero debemos saber que, en cada grito de tristeza, de incredulidad, de desesperanza, tenemos una respuesta, la más alegre de todas: Él ha nacido y tú estás llamado a acoger ese acontecimiento. La Navidad es ese misterio de saberse amado, querido, mirado, escogido, privilegiado por aquél que quiere que presencies su nacimiento. Los versos de Violeta Parra nos permiten regresar aquel suceso y, presenciar cómo la Belleza nos vuelve a traspasar: “Los fieles del redentor/Acuden muy presurosos/A presenciar el hermoso/Regalo del gran señor. /Adiós a nuestro dolor/Válganos la penitencia, /Hagamos la reverencia/En este humilde portal/Porque envuelto en un pañal/Vino dios a la existencia

“Es el honor más grande de la Iglesia continuar gritando al mundo todos los años la voz que se escuchó por primera vez allá en Belén, pronunciada por unos ángeles: "¡Os anuncio una alegría inmensa, os ha nacido un salvador!".

"Queridos hermanos: El Evangelio nos cuenta cómo Cristo nace en la historia, en unas circunstancias concretas en que se mencionan emperadores de Roma, gobernadores de Palestina, gente concreta en la historia, para decirnos: así nace Cristo, en la historia concreta de los hombres. Ya no son los tiempos de hace veinte siglos que describió San Lucas, pero si hoy se escribiera el nacimiento de Cristo, en la celebración de la Navidad de hoy se mencionarían otros nombres, serían los nuestros. Para nosotros ha nacido el Señor, no es un nacimiento que nosotros estamos aquí recordando de otros tiempos, como si José, María, los pastores, los magos, aquellos que vivieron y ya murieron, solamente dejaran para nosotros un recuerdo. No, la liturgia, la celebración de la Iglesia tiene el privilegio de hacer presente el misterio que celebramos: hoy es Navidad, hoy nace Cristo aquí para nosotros. Sintámoslo así de veras porque yo sé que cada uno de ustedes, así como yo, sentimos la necesidad de abrazarlo como propio, como mío, a ese Jesús que nace para todos y, quedándose en todos, se da enteramente a mí en particular, de tal manera que cada uno de nosotros puede decir ese posesivo de San Pablo: "Me amó y se entregó por mí". Sintámoslo así al Señor: el redentor de mi familia, el compañero de mi vida, el confidente de mis angustias, mi redentor, que es redentor de todos al mismo tiempo”. (Misa de Nochebuena, 24 de diciembre de 1978)

 

 

 *imagen: campaña enciende una vela de la Iglesia de Santiago de Chile año 2013. 

Oración de la comunidad

Oración a San Oscar Arnulfo Romero. Obispo y Mártir

¡Oh! Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo y la intercesión de la Virgen María, Reina de la Paz; y la acción del Espíritu Santo concediste a San Óscar Arnulfo Romero la gracia de ser un Pastor ejemplar al servicio de la Iglesia; y en ella preferentemente a los pobres y los necesitados. Haz, Señor, que yo sepa también vivir conforme al Evangelio de tu Hijo y concédeme por la intercesión de San Óscar Arnulfo Romero, el favor que te pido … (pídase). Así sea. Padre Nuestro. Ave María y Gloria.

¡Gracias! 29 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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