24 de diciembre - Noveno día

Noveno día (24 de diciembre)

¡Hoy es Nochebuena, mañana es Navidad! Vivamos esta gran alegría entonando dulcemente este Villancico sublime y emotivo.

 

Noche de Paz

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
sólo se escucha en un pobre portal,
de una doncella la voz celestial:
"duerme mi dulce Jesús,
duerme mi dulce Jesús".

Noche de paz, noche de amor,
Ha nacido Jesús, pastorcillos que oíd anunciar,
no temáis cuando entréis a adorar,
¡Que ha nacido el Amor!
¡Que ha nacido el Amor!

Desde el Pesebre del Niño Jesús,
la tierra entera se llena de luz,
porque ha nacido Jesús,
¡entre canciones de amor,
entre canciones de amor!

 

 

Oración para todos los días

Oración a Dios Padre

Benignísimo Dios de infinita caridad,

que tanto amasteis a los hombres,

que les disteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor

para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen

naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio;

yo, en nombre de todos los mortales,

os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y

demás virtudes de vuestro hijo humanado,

suplicándoos por sus divinos méritos,

por las incomodidades en que nació y

por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre,

que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda,

con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno,

para que Jesús recién nacido

tenga en ellos su cuna y more eternamente.

¡Amén!

Se reza 3 veces Gloria al Padre... 

 

 

Consideración para el noveno día

Versión original

La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la Reina de los Ángeles el jumento (burro) que le había servido de humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado allí probablemente por alguno de los caminantes que habían ido a buscar hospedaje en la ciudad. El Divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales va a tener que acudir a las irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto y con su humilde actitud el respeto y la adoración que le había negado Belén. La rojiza antorcha que José tenía en la mano iluminaba tenuemente ese pobrísimo recinto; ese pesebre lleno de paja, que es figura profética de las maravillas del altar, y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres.

María está en adoración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterios.

¡Pero ha llegado la media noche, y de repente vemos dentro de ese pesebre, poco antes vacío, al Divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefables anhelos! A sus pies se postra su Santísima Madre, transportada y ensimismada en una adoración sin igual. José también se le acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imponderable oficio de Padre putativo del Redentor de los hombres.

La multitud de Ángeles que descienden del cielo a contemplar esa maravilla sin par, dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los aires las armonías de ese “Gloria in Excelsis”, que es el eco de la adoración que se produce en torno al trono del Altísimo, hecho perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al “recién nacido” y a presentarle sus humildes ofrendas.

Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob; ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del Divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son símbolos de la caridad, de la oración y de la mortificación.

¡Oh, adorado Niño! Nosotros también, los que hemos hecho esta Novena para prepararnos al día de tu Navidad, queremos ofrecerte nuestra pobre adoración; no la rechaces. Ven a nuestras almas, ven a nuestros corazones llenos de amor. Enciende en nosotros la devoción a tu Santa Infancia, no intermitente y solo circunscrita al tiempo de tu Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fielmente practicada y celosamente propagada nos conducirá a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.

¡Amén!

 

 

Reflexión

Esta noche escucharemos una vez más el tradicional canto del “Gloria”, que contiene el anuncio gozoso de los ángeles en la noche de Belén: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”. El nacimiento de Jesús en Belén nos revela que Dios, cuando vino a nosotros eligió la pobreza para sí mismo. La escena que vieron en primer lugar los pastores y que confirmó el anuncio que les había hecho el ángel, era: un establo donde María y José habían buscado refugio, y un pesebre en el que la Virgen había recostado al recién nacido envuelto en pañales (ver Lucas 2: 7, 12,16). Esta pobreza fue elegida por Dios. ¿Por qué?

A ti, que eres el Creador del mundo, te faltan vestidos y fuego, oh Señor mío. Querido niño predilecto, esta pobreza me enamora mucho más porque el amor te hizo pobre". – San Alfonso María de Ligorio

Esta es la respuesta: el amor a nosotros no sólo impulsó a Jesús a hacerse hombre, sino también a hacerse pobre.

Yo creo que la Virgen María se planteó más de una vez esta pregunta: ¿Por qué Jesús quiso nacer de  una joven sencilla y humilde como yo? Y también, ¿por qué quiso venir al mundo en un establo y tener como primera visita la de los pastores de Belén?  [...] comprendió que Dios se había hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza llena de amor, para exhortarnos a frenar la avaricia insaciable estando así disponibles a compartir y a acogernos recíprocamente.– Papa Benedicto XVI - Homilía en Tierra Santa - Mayo 14, 2009

Al celebrar hoy la Encarnación del Hijo de Dios, nuestro Salvador Jesús, tengamos en cuenta que su presencia debe originar una nueva manera de vivir, un nuevo modo de hacer familia y construir la comunidad humana.

Conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza. – 2 Corintios 8:9

[...] hay pobreza, indigencia, que Dios no quiere y que es preciso "combatir", una pobreza que impide a las personas y a las familias vivir según su dignidad; una pobreza que ofende la justicia y la igualdad, y que como tal amenaza la convivencia pacífica. En esta acepción negativa entran también las formas de pobreza no material que se encuentran incluso en las sociedades ricas o desarrolladas: marginaciónpobreza relacionalmoral y espiritual. [...] He aquí el mensaje que se nos transmite hoy: la pobreza del nacimiento de Cristo en Belén, además de ser objeto de adoración para los cristianos, también es escuela de vida para cada hombre. Esa pobreza nos enseña que para combatir la miseria, tanto material como espiritual, es preciso recorrer el camino de la solidaridad, que impulsó a Jesús a compartir nuestra condición humana.– Papa Benedicto XVI - Homilía en Tierra Santa - Mayo 14, 2009

El Niño Dios viene con el poder para sanar los corazones afligidos, para reconciliar al hombre consigo mismo, con la naturaleza, con los demás seres humanos y con el Padre celestial. Ha derrumbado el muro que nos separaba. Es un hecho, ya no somos extraños los unos con los otros, el NiñoJesús permite que nos encontremos, y que miremos alegres y con corazón a los demás para permanecer fraternal y eternamente como hijos del único Padre.

Como María y José, como los humildes pastores de Belén postrémonos de rodillas ante el Príncipe de la paz y comprometámonos con Él a ser obreros del reino de la justicia, del amor y de la paz.

No se trata de que paséis apuros para que otros tengan abundancia, sino de que haya igualdad. – 2 Corintios 8:13  

 El Niño Dios ha derribado el odio y ha abierto la senda del amor, del perdón, de la comprensión, de la reconciliación sincera que acoge y abraza con amor a todos los seres humanos.

 

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María,

que por vuestras grandes virtudes y

especialmente por vuestra humildad

merecisteis que todo un Dios

os escogiese por madre suya,

os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma

y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena

para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo.

¡Oh, dulcísima madre!

comunicadme algo del profundo recogimiento y

divina ternura con que lo aguardasteis vos,

para que nos hagáis menos indignos de

verle, amarle y adorarle por toda la eternidad.

¡Amén!

Se reza 9 veces Dios te Salve María... 

Gloria al Padre...

 

 

Oración a San José

¡Oh, Santísimo José, esposo de María y

padre putativo de Jesús!

infinitas gracias doy a Dios porque os escogió

para tan soberanos misterios y

os adornó con todos los dones

proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño,

me abracéis en fervorosos deseos

de verle y recibirle sacramentalmente,

mientras en su divina esencia

le veo y le gozo en el cielo.

¡Amén!

Padre Nuestro...

Dios te Salve María... 

Gloria al Padre... 

 

 

Gozos para todos los días

Aspiraciones para la llegada del Niño Dios.

 

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Oh, Sapiencia suma
del Dios soberano,
que al nivel de un niño
te hallas rebajado!
¡Oh, Divino infante,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Oh, Adonaí potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
diste los mandatos!
¡Ah, ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Oh, raíz sagrada
de José que en lo alto,
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
lirio de los valles,
bella flor del campo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Llave de David
que abre al desterrado,
las cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste,
que labró el pecado.

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y, en forma de Niño,
da al mísero amparo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío,
como riego santo!
¡Ven hermoso Niño,
Ven Dios humanado!
¡Luce Dios estrella,
brota, flor del campo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ven, que ya María
previene sus brazos,
do su niño vean
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Del débil auxilio,
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ven ante mis ojos
de Ti enamorados!
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra
te tiendo mis brazos
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ven, Salvador nuestro,
por quien suspiramos!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!


Oración al Niño Jesús

Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús!

que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento

y en persona suya, a todos tus devotos,

estas palabras tan consoladoras

para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente:

"Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado".

Llenos de confianza en Ti, ¡oh, Jesús!

que eres la misma verdad,

venimos a presentarte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa

para conseguir una eternidad bienaventurada.

Concédenos, por los méritos infinitos

de tu Encarnación y de tu Infancia,

la gracia de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a Ti, ¡oh Niño Omnipotente!

seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y

de que en virtud de tu Divina Promesa,

acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica.

¡Amén!

 

 

Acción concreta:

Pidamos al Niño Dios que nos haga instrumentos de su obra, para que su Reino de amor, reconciliación, justicia y respeto florezca en nuestros corazones, en el seno de nuestras familias y en todos los niveles de nuestra comunidad.

 

 

¡Villancicos, golosinas y alegría a doquier!

Al celebrar el Nacimiento del Niño Jesús, renace una vez más la luz de la esperanza, se fortalece el espíritu para continuar con renovado esfuerzo la búsqueda de un mundo más justo, más humano, lleno de paz y de sana convivencia. Fijemos nuestra mirada en Jesús, el Hijo de Dios, nacido en Belén, en el seno humilde del hogar formado por María y José. ¡Él es nuestra paz!


 

 

Oración de la comunidad

Oración por la Alegría del Mundo

Querido Dios, ¡Tú eres la alegría para el mundo! ¡El Señor de nuestra vida y de nuestra historia, de nuestros gozos y de nuestros momentos de felicidad! Mientras nos preparamos para tu venida gloriosa, también preparamos nuestros corazones para que Tú los moldees a semejanza del tuyo. Tú eres la razón por la que sonreímos todos los días. Eres la razón por la que estoy tan lleno de alegría que quiero ¡cantar alabanzas!, cantarle al mundo todo el bien con que has colmado mi vida y la de mi familia. Padre, el amor, la gracia y la misericordia que has tenido para con nosotros, ha llenado nuestro mundo y nos mantiene la esperanza viva de permanecer contigo cuando llegue la hora en que nos llames a la Casa del Padre. Tú has llenado mi copa a rebosar de alegría, y rezo para que cuando los demás vean, a mi familia o a mí, puedan ver el rostro de tu amor, el rostro de tu bondad y el de tu alegría, ¡el rostro de Jesús! Gracias Padre, por este maravilloso don de la alegría que ha llegado a nosotros a través del nacimiento de nuestro Rey y Salvador, Señor nuestro. ¡Te amamos! ¡Amén!

¡Gracias! 33 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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