17 de diciembre - Segundo día

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Segundo día (17 de diciembre)

Hoy vamos a iniciar este segundo día de la Novena de Aguinaldos cantando un Villancico alegre y tradicional, que nos inspira alegría para festejar el nacimiento del Niño Dios.

 

Nanita Nana

A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!
A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!

Pimpollo de canela, mi gran capullo,
Duérmete niño mío mientras te arrullo.
Duérmete de alba mi canto brota,
y un delirio de amores es cada nota.

A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!
A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!

Oh! niño en cuyos ojos el sol fulgura, 
Cerrarlos es acercarme de noche oscura.
Pero, cierra bien mío, tus ojos bellos,
Aunque tu madre muera, sin verse en ellos.

A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!
A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!

Fuentecilla que corres clara y sonora, 
ruiseñor que en en la selva cantando lloras.
callad mientras la cuna se balancea,
a la nanita nana, nanita nana, nanita ea.

A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!
A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, Bendito sea!

 

 

Oración para todos los días

Oración a Dios Padre

Benignísimo Dios de infinita caridad,

que tanto amasteis a los hombres,

que les disteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor

para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen

naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio;

yo, en nombre de todos los mortales,

os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y

demás virtudes de vuestro hijo humanado,

suplicándoos por sus divinos méritos,

por las incomodidades en que nació y

por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre,

que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda,

con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno,

para que Jesús recién nacido

tenga en ellos su cuna y more eternamente.

¡Amén!

Se reza 3 veces Gloria al Padre... 

 

 

Consideración para el segundo día

Versión original

El verbo eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazareth, en donde habitaban María y José. Cuando el decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola y enfocada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo (Dios) tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó sin anunciarse: antes de presentarse envió a un mensajero, al Arcángel San Gabriel para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación. El Creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia (consentimiento, aceptación) de su creación.

Aquel momento fue muy solemne: era decisión de María aceptar o rehusar... Con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el "Si", el "FIAT" que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se sumía humildemente a la omnipotente voluntad divina. La Virgen Inmaculada dio su asentimiento. El Arcángel desapareció. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo angélico estalla el júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le hubiese prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba sumida en el silencio que se asemejaba al de Dios. El Verbo (Dios) se había hecho carne, y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres, a quiene por su inmenso amor vendría a rescatar. No era ya sólo el Verbo eterno; era el Niño Jesús revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso de los hijos de los hombres.

¡Amén!

 

 

Reflexión

Al anuncio del ángel, Maria responde "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lucas, 1,38) Con esta respuesta expresa el deseo de que se cumpla el plan de Dios. Para que la salvación se realice es necesario que el Redentor se haga hombre y eso es lo que Maria acepta. Mediante el FIAT de la fe, Maria, en nombre de la humanidad y en favor de la humanidad, acoge la redención que Dios nos ofrece en Cristo.  

En Maria tenemos la imagen del hombre redimido. "Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios. (Gálatas 4: 4-7)

El FIAT de Maria es obra de la gracia recibida con plena apertura de espíritu. Su respuesta es una adhesión total y sin reservas de ninguna clase al misterio de la Encarnación, y a todos los elementos que su misión conllevaba en los planes de Dios, todavía envueltos para María en la penumbra de la fe.

Ella abrazó el misterio de la Encarnación redentora envuelta en los velos de la fe, sin comprender todas sus dimensiones. La Madre de Dios vivió todos los instantes de su vida enteramente en el plano de la gracia sobrenatural, pero de un modo tan natural que su vida era como la de los demás. En esta perspectiva puramente natural la vieron sus contemporáneos, los cuales no consiguieron entreverla a la luz del misterio de Cristo. La grandeza de María era y continua siendo totalmente interna, escondida, sólo perceptible a la luz de la fe.

San Jerónimo, comentando el versículo del Salmo: "La tierra ha dado su fruto" (Salmo 67,7), dice: "La tierra es la Santa María que es de nuestra tierra y de nuestra estirpe. Esta tierra ha dado su fruto, es decir, ha encontrado en el Hijo lo que había perdido en el Edén. Primero ha brotado la flor; y la flor se ha hecho fruto para que nosotros lo comiéramos y nos alimentáramos con él. El Hijo ha nacido de la sierva, Dios del hombre, el Hijo de la Madre, el fruto de la tierra".

Maria es la tierra fecundada de donde ha brotado el Salvador; no sólo ha pasado a través de María, sino que procede de María. De María ha asumido el Hijo de Dios, carne y sangre; ha entrado realmente en la historia de los hombres, participando de nuestro nacer y de nuestro morir.

La gracia de Dios fue en María tan potente, que ella jamás desfalleció en la fe. Al mismo tiempo, esta gracia respetó su libertad y su crecimiento.

 

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María,

que por vuestras grandes virtudes y

especialmente por vuestra humildad

merecisteis que todo un Dios

os escogiese por madre suya,

os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma

y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena

para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo.

¡Oh, dulcísima madre!

comunicadme algo del profundo recogimiento y

divina ternura con que lo aguardasteis vos,

para que nos hagáis menos indignos de

verle, amarle y adorarle por toda la eternidad.

¡Amén!

Se reza 9 veces Dios te Salve María... 

Gloria al Padre...

 

 

Oración a San José

¡Oh, Santísimo José, esposo de María y

padre putativo de Jesús!

infinitas gracias doy a Dios porque os escogió

para tan soberanos misterios y

os adornó con todos los dones

proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño,

me abracéis en fervorosos deseos

de verle y recibirle sacramentalmente,

mientras en su divina esencia

le veo y le gozo en el cielo.

¡Amén!

Padre Nuestro...

Dios te Salve María... 

Gloria al Padre... 

 

 

Gozos para todos los días

Aspiraciones para la llegada del Niño Dios.

 

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Oh, Sapiencia suma
del Dios soberano,
que al nivel de un niño
te hallas rebajado!
¡Oh, Divino infante,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Oh, Adonaí potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
diste los mandatos!
¡Ah, ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Oh, raíz sagrada
de José que en lo alto,
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
lirio de los valles,
bella flor del campo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Llave de David
que abre al desterrado,
las cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste,
que labró el pecado.

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y, en forma de Niño,
da al mísero amparo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío,
como riego santo!
¡Ven hermoso Niño,
Ven Dios humanado!
¡Luce Dios estrella,
brota, flor del campo!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ven, que ya María
previene sus brazos,
do su niño vean
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Del débil auxilio,
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ven ante mis ojos
de Ti enamorados!
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra
te tiendo mis brazos
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!

 

¡Ven, Salvador nuestro,
por quien suspiramos!

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡ven no tardes tanto!


Oración al Niño Jesús

Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús!

que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento

y en persona suya, a todos tus devotos,

estas palabras tan consoladoras

para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente:

"Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado".

Llenos de confianza en Ti, ¡oh, Jesús!

que eres la misma verdad,

venimos a presentarte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa

para conseguir una eternidad bienaventurada.

Concédenos, por los méritos infinitos

de tu Encarnación y de tu Infancia,

la gracia de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a Ti, ¡oh Niño Omnipotente!

seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y

de que en virtud de tu Divina Promesa,

acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica.

¡Amén!

 

 

Acción concreta:

Oremos por las personas de nuestro entorno, que conservan odios y resentimientos en su corazón, para que durante estos días de preparación espiritual para el Nacimiento del Niño Jesús, el Espíritu Santo los inunde con la fuerza necesaria para perdonar a quienes los han ofendido y sientan el impulso para pedir perdón a quienes han ofendido.

 

 

¡Villancicos, golosinas y alegría a doquier!

No puede haber verdadera paz externa entre los hombres y entre los pueblos donde no hay paz interna, o sea donde el espíritu de paz no se ha posesionado de las inteligencias y de los corazones…; las inteligencias, para reconocer y respetar las razones de la justicia; los corazones, para que la caridad se asocie a la justicia y prevalezca sobre ella; ya que si la paz… ha de ser obra y fruto de la justicia…, ésta pertenece más bien a la caridad que a la justicia. – Papa Pío XI - Extractos del discurso de Diciembre 24, 1930


 

 

Oración de la comunidad

Oración por la Alegría del Mundo

Querido Dios, ¡Tú eres la alegría para el mundo! ¡El Señor de nuestra vida y de nuestra historia, de nuestros gozos y de nuestros momentos de felicidad! Mientras nos preparamos para tu venida gloriosa, también preparamos nuestros corazones para que Tú los moldees a semejanza del tuyo. Tú eres la razón por la que sonreímos todos los días. Eres la razón por la que estoy tan lleno de alegría que quiero ¡cantar alabanzas!, cantarle al mundo todo el bien con que has colmado mi vida y la de mi familia. Padre, el amor, la gracia y la misericordia que has tenido para con nosotros, ha llenado nuestro mundo y nos mantiene la esperanza viva de permanecer contigo cuando llegue la hora en que nos llames a la Casa del Padre. Tú has llenado mi copa a rebosar de alegría, y rezo para que cuando los demás vean, a mi familia o a mí, puedan ver el rostro de tu amor, el rostro de tu bondad y el de tu alegría, ¡el rostro de Jesús! Gracias Padre, por este maravilloso don de la alegría que ha llegado a nosotros a través del nacimiento de nuestro Rey y Salvador, Señor nuestro. ¡Te amamos! ¡Amén!

¡Gracias! 44 personas oraron

1 comentario

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Novena de Aguinaldos

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