Meditación del día

Teresa se alimenta de la contemplación de la naturaleza, y aún más de la atención solícita de su papá, así como de la delicadeza de sus hermanas. En eso sabe reconocer la mano de Dios puesta en ella y siempre delicada: ¿no es el sello de la Providencia?

 

Teresa, cuando hablas de Dios, Le entregas tu vida entera. Si viste con hermosura los lirios del campo, ¡cuánto más cuida a los más frágiles de sus hijos! Atento, vela por aquellos que ama y los guía. Teresa, en medio de la noche más oscura, de los peores sufrimientos, sabes contar con la presencia discreta, pero siempre amadora de tu Señor. No te faltará el pan de cada día; como el pueblo hebreo en el desierto, recibes el maná, «¡sólo para hoy!»