De la amargura a la dulzura : primer vuelco

He aquí cómo el Señor me dio, a mí fray Francisco, la gracia de empezar a hacer penitencia. En el tiempo en que todavía estaba en el pecado, la vista de los leprosos me resultaba extremadamente amarga. Pero el mismísimo Señor me condujo entre ellos ; hice misericordia entre ellos, los cuidé con todo mi corazón ; y a la vuelta, lo que me había parecido tan amargo se había transformado para mí en dulzura para el espíritu y para el corazón. Después esperé poco, y dije adiós al mundo. Testamento de San Francisco

Meditación :

San Francisco evoca una purificación y una aclaración de sus sentidos físicos. Al principio del relato, está confuso : todos sus sentidos se mezclan en una cacofonía oscura. ¡Le es concedido cuidar de leprosos, los intocables de su época, aquellos que más temidos eran! “Les hice misericordia” - ejercía hacia ellos las obras de misericordia (San Mateo 25). Les visita, les lava y les cuida : hace cuerpo con ellos.

Este encuentro lo remite a sus propias heridas. Sin saberlo aún, San Francisco Se encuentra con Cristo. Sus tres sentidos : la vista, el gusto, el tacto se armonizan entonces para formar un acuerdo perfecto. La asociación consonante del alma y del cuerpo revela de ahora en adelante un vuelco profundo en su vida. Este momento álgido que es la “dulzura” intenta balbucear la inefable huella de Dios.

Murielle Chevalier, laica franciscana- Paris

Propósito para el día :

Esta dulzura que llena a San Francisco, ¿transparece en nuestras actitudes y reacciones? Y si hoy, en mis respuestas a correos o a llamadas telefónicas, hiciera una pausa para encontrar la nota justa. No cediendo a la inmediatez de una respuesta estridente y quizás hiriente. Una palabra dulce es soplido de Dios.

Intención:

Dulce Señor mío, ayúdanos a aceptar lo que nos causa contrariedad para percibir en ello un posible encuentro contigo.

Oración de la comunidad

Oración

Dios altísimo y gloriosísimo, ven a iluminar las tinieblas de mi corazón ; concédeme una fe recta, una esperanza sólida y una perfecta caridad ; concédeme sentir y conocer, para que pueda cumplirla, tu voluntad santa que no puede hacerme errar. Amén. San Francisco

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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