Día 6: déjate transformar

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¡Déjate transformar!




Alégrese el cielo y exulte la tierra, digan entre las naciones: «¡El Señor reina!»


 

 

Leamos juntos el Salmo del día:

Salmo 97: 1-2, 5-6, 9

¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono. [...]
Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. [...]
Porque tú, Señor, eres el Altísimo: estás por encima de toda la tierra, mucho más alto que todos los dioses.


 Meditación del Salmo 97:

El Salmo comienza con una solemne proclamación: ¡El Señor reina! Así pues, podríamos decir que nos encontramos en presencia de un salmo «pascual», donde se define una celebración del Rey divino, Señor del cosmos y de la historia.


Este salmo describe dos tipos de reacción ante el gran Rey y su entrada en la historia. Por un lado, los idólatras y los ídolos caen por tierra, confundidos y derrotados; y, por otro, los fieles, reunidos en Sión para la celebración litúrgica en honor del Señor, cantan alegres un himno de alabanza. Los justos asisten jubilosos al juicio divino que elimina la mentira y la falsa religiosidad, fuentes de miseria moral y de esclavitud.  

 

El reino de Dios es fuente de paz y de serenidad, y destruye el imperio de las tinieblas.


-Su Santidad Juan Pablo II - Vaticano, 3 abril, 2002



 

 

 Leamos juntos la Reflexión de la vida de Santa Clara de Asís

Contemplación – Unión – Transformación – Gloria


Cuatro (4) palabras trazan un itinerario para nosotros:


 Contemplación

Contemplar requiere una pausa larga, detenerse para considerar de manera más profunda y descubrir todo el Amor manifestado desde el pesebre hasta la Cruz.

“No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos.”
– San Juan 15:13

 La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.

San Pablo - Carta a los Romanos 5: 8


 Unión

La unión es la posibilidad que Cristo nos da para unirnos a Él que fue el Primero en unirse a nosotros por el Misterio de su Encarnación, de su Pasión y de su Cruz. La oración es nuestra respuesta de amor a su iniciativa : ¡verdaderamente nos unimos a Él “con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todo nuestro espíritu”!


 Transformación

Una transformación, tiene lugar mediante la unión con Aquel que es el Amor Encarnado, la unión con Aquel que es toda Bondad, todo Amor, toda Comunión. A través de su Espíritu extendido, Él nos recrea "a su imagen y semejanza", transformando nuestro corazón de piedra en el corazón de la carne. ¡Él nos hace capaces de amar como Él ama!

Al ser partícipes de su  Amor por el Padre y por todos los hombres, nos hacemos también partícipes de su Gloria.


 [...] y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí [...]

2 Gálatas, 2:20



Y ahora reflexionemos en esta pista de meditación:

Cómo no compartir entonces el asombro lleno de gratitud del Cardenal John Henry Newman, que condensa tan bien nuestro recorrido con Santa Clara de Asís:


Tú no sólo eres Su criatura, aunque Él cuida de los mismos gorriones [...] Tú eres el hombre redimido y santificado, Su hijo adoptivo, favorecido con una parte de esa gloria y bienaventuranza que fluye eternamente de Él hacia el Unigénito. Tú eres elegido para ser Suyo [...] Tú era uno de aquellos por quien Cristo ofreció Su última oración, y la selló con Su preciosa sangre.


¡Qué pensamiento es este, un pensamiento casi demasiado grande para nuestra fe! Apenas podemos refrenarnos de actuar como Sara, cuando lo tenemos delante, como “riéndonos” debido al estupor y la perplejidad. ¿Qué es el hombre, qué somos nosotros, qué soy yo, para que el Hijo de Dios deba estar tan atento a mí? ¿Qué soy yo para que [...] Él mismo habite personalmente en este corazón mío, haciéndome Su templo? ¿Qué soy yo para que Dios Espíritu Santo entre en mí, y levante mis pensamientos hacia el Cielo “con gemidos inefables” (Romanos 8, 26)


Estas son las meditaciones que vienen a consolar al cristiano, mientras él está con Cristo en la montaña santa. Y cuando desciende a sus tareas diarias, son aún su fuerza interior, aunque no le es permitido contar la visión a aquellos que lo rodean. Hacen brillar su rostro, lo hacen alegre, tranquilo, sereno, y firme en medio de toda tentación, persecución o aflicción.

John Henry [Cardenal] Newman, Parroquia de Santa María, Littlemore, Inglaterra –  5 abril, 1835



Recemos la oración del día

Señor Jesús, toda tu vida nos manifiesta el Amor insondable del Padre, que tu Cruz irradia con Gloria. Enséñanos la profundidad de la contemplación, y el camino de la unión que transforma. Ven con tu Espíritu Santo a iluminar nuestras vidas y a transformar nuestros corazones. Así entonces podremos irradiar tu Luz y manifestar el triunfo de tu Cruz sobre toda forma de muerte, ¡la victoria del Amor sobre toda forma de odio! ¡Permítenos disfrutar la alegría de ser amados por Ti, esa fuerza secreta, esa dulzura escondida, que nos permiten cruzar todo y que transforman los corazones a imagen de tu Corazón Misericordioso!
 ¡Amén!



Hoy te sugerimos:

Desde la cabeza hasta el corazón... durante el día dedico un tiempo de oración, asegurándome que sea verdaderamente en unión con Jesús: “Esplendor de la Gloria Eterna”, “Encarnación de la Esencia Divina”.

Solo Jesús es capaz de transformarme en profundidad, entonces deposito al pie de su Cruz, bajo el resplandor de su Gloria, esas zonas de mi ser, de mi vida, del mundo terrenal que aspiran a ser transformadas.



 ¡Ruego tener la experiencia de “la dulzura escondida que Dios ha reservado desde el principio para quienes lo aman”, y estar presto todo el día a comunicar esa dulzura, llena de respeto, de delicadeza, de atención, de escucha, de presencia para el otro!



 

Santa Clara, alma enamorada de Jesucristo nos presento con profunda certeza los rasgos principales de Él.

 

 


Aprendamos de Santa Clara de Asís a transformarnos totalmente por la contemplación de la Divinidad de Nuestro Señor.



 

 

Oración de la comunidad

Oración a Santa Clara de Asís

Gloriosa Santa Clara de Asís, por aquella fe inquebrantable que te hizo servirte de las cosas terrenas buscando las del cielo, por aquella esperanza firme con que venciste todas las dificultades que se oponían a tu santificación, por aquella caridad pura y ardiente que te movió en todo los momentos de la vida, yo te suplico con humilde confianza que intercedas ante Dios y me obtengas su favor en lo que te pido (hágase la petición) y esperanza firme y caridad ardiente para con Dios y el prójimo. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Amén.

¡Gracias! 223 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Con Santa Clara avanzo en mi camino con alegría

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