Tercer día: Nacimiento del Niño Jesús.

Oración para todos los días

Señor Dios, rey omnipotente; en tus manos están puestas todas las cosas. Si quieres salvar a tu pueblo nadie puede resistir a tu voluntad, Tú hiciste el cielo y la tierra y todo cuanto en ellos se contiene, Tú eres el dueño de todas las cosas. ¿Quién podrá resistir a tu majestad?

Señor, Dios de nuestros padres: ten misericordia de pueblo porque los enemigos del alma quieren perdernos y las dificultades que se nos presentan son muy grandes.

Tú has dicho: “Pedid y se os dará. El que pide recibe. Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá. Pero pedid con fe.”

Escucha pues nuestras oraciones. Perdona nuestras culpas. Aleja de nosotros los castigos que merecemos y haz que nuestro llanto se convierta en alegría, para que viviendo alabemos tu santo nombre y continuemos alabándolo eternamente en el cielo.

¡Amén!

 

Oración a la Santísima Virgen

Acuérdate, ¡oh, piadosísima Virgen María!  que jamás se ha oído decir que alguno de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu socorro, haya sido abandonado de Ti.     

Animados por esta confianza acudimos a ti, y aunque agobiados bajo el peso de nuestros pecados nos atrevemos a implorar tu favor, pues eres Abogada de los pecadores y Auxilio de los cristianos. No deseches, ¡oh, Madre de Dios! nuestras humildes súplicas, mas bien, alcánzanos el perdón de nuestros pecados, luz y acierto para hacer una buena confesión de todos ellos, virtud para conservar siempre la gracia de Dios y con tu auxilio conseguir nuestra eterna salvación.

Y, si conviene para el bien de nuestras almas, te pedimos los siguientes favores (cada uno pida las gracias que desea) y deseamos, que en todo se cumpla la voluntad de Dios. ¡Amén!

 

Gozos para todos los días

¡Oh, Divino Niño! mi Dios y Señor, tu serás el dueño de mi corazón.

Niño amable del mi vida, Consuelo de los cristianos.

La gracia que necesito pongo en tus divinas manos.

¡Oh, Divino Niño! mi Dios y Señor, tu serás el dueño de mi corazón.

Tú que sabes mis pesares, pues todos te los confió.

Da paz a los turbados, y alivio al corazón mío.

¡Oh, Divino Niño! mi Dios y Señor, tú serás el dueño de mi corazón.

Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a ti en vano,

Pues eres Hijo de Dios, y consuelo del cristiano,

¡Oh, Divino Niño! Acuérdate, ¡oh, Niño Santo!

que jamás se oyó decir que alguno te haya implorado sin tu Auxilio recibir.

¡Oh, Divino Niño! Por eso con fe y confianza, humildes y arrepentidos.

Llenos de amor y confianza, tu protección te pedimos.

¡Oh, Divino Niño! mi Dios y Señor, tu serás el dueño de mi corazón. 

¡Amén!

 

Día Tercero: Nacimiento del Niño Jesús

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la Gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por Él.» Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado." Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. – Lucas 2: 1-20 

Ejemplo

¿Cómo se propago la devoción al Niño Jesús? 

El padre Juan coloco la imagen del Divino Niño Jesús. en un cobertizo o enramada que había en los campos del “20 de Julio” y se dedico a sacarle fotografías y a mandar imprimir estampitas que propagó por todo el país y hasta envió al extranjero. Cada domingo narraba en las misas los milagros que el Niño Jesús iba haciendo a sus devotos, y la devoción empezó a propagarse como un incendio en un reguero de pólvora. Los domingos, llegaba gente de todas las partes de la ciudad a rezar al Divino Niño Jesús. El gobierno tuvo que extender la única vía pavimentada que había hasta el “20 de Julio” (aunque era un sitio muy despoblado), porque las empresas transportadoras de la capital marcaban cada domingo un gran número de buses con el letrero: “20 de Julio”, y todos esos buses viajaban repletos de peregrinos.

Y empezaron a presenciarse hechos que llenaban de emoción. Borrachos que dejaban el vicio de la embriaguez; familias pobres que encontraban becas para el estudio de sus niños; hogares sin hijos que obtenían del cielo la deseada descendencia; desempleados que hallaban un trabajo mucho mejor del que habían imaginado; matrimonios en problemas que lograban reconciliarse; paz y reconciliación entre enemigos, etc. Los devotos narraban favores que dejaban admirados a los demás. Los mejores propagandistas del Niño Jesús (después del padre Juan del Rizzo que no se cansaba de contar a la gente la bondad y generosidad del Divino Niño) eran los que habían obtenido algún favor especial. Aquí se repetía la escena tan frecuente del evangelio: Cuando un necesitado obtenía un prodigio maravilloso de Jesucristo, por más que el Señor le recomendase que no lo contara a nadie, le era imposible callar tamaña gracia y se iba de persona en persona narrando las maravillas recibidas de manos del Redentor. Es el cumplimiento de aquella orden que el arcángel san Rafael le dio en la Santa Biblia a Tobías y en su persona a todos nosotros: «proclamen ante todos los favores que Dios ha hecho. Cuenten a los demás las obras maravillosas que el Señor hace. No sean nunca perezosos para dar gracias a Dios. Los secretos hay que guardarlos, pero los favores recibidos de Dios hay que publicarlos y proclamarlos como se merecen.»

Práctica:

Recordaré algún favor que he recibido de Dios y le daré nuevamente gracias y si me es posible lo narrare a alguna persona.

 

Oración al Divino Niño Jesús

Acuérdate ¡oh, dulcísimo Niño Jesús! que has dicho:

“Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado.”

Si quieres agradarme, confia en mi. Si quieres agradarme más, confia más. Si quieres agradarme inmensamente, confia inmensamente en mi. Según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán.

Nada es imposible para quien tiene fe. Nosotros queremos confiar inmensamente en ti. Por los méritos de tu infancia ayúdanos a llevar una vida santa. Perdóna nuestras culpas, líbranos de los castigos que merecemos por nuestros pecados, y de todos los peligros para alma y cuerpo; concédenos aquellas gracias que mas estamos necesitando, y después de una vida llena de paz, de alegría y de buenas obras, llévanos a la gloria del paraíso, donde con el Padre, y el Espíritu Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Jesús, José y María, bendigan nuestros hogares.

Jesús, José y María, librennos de todo mal.

Jesús, José y María, salven nuestras almas. ¡Amén! ¡Aleluya!

Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

 

 

Oración de la comunidad

Un Minuto con el Divino Niño Jesús

¡Bendíceme Divino Niño Jesús! y ruega por mí sin cesar. Aleja de mí, hoy y siempre, el pecado. Si tropiezo, tiende tu mano hacia mí. Si cien veces caigo, cien veces levántame. Si yo te olvido, tú no te olvides de mí. Si me dejas, Divino Niño, ¿Qué será de mi? En los peligros del mundo, asísteme. Quiero vivir y morir bajo tu manto. Quiero que mi vida te haga sonreir. Mírame con compasión, ¡No me dejes, Jesús mio! Y, al final, sal a recibirme y llévame junto a ti. Tu bendición me acompañe hoy y siempre. ¡Amén! ¡Aleluya!

¡Gracias! 104 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Novena al Divino Niño Jesús

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