DÍA 6 : Su espiritualidad (parte 1)-Oremos con San Josemaría Escrivá de Balaguer

La santidad para todos

La santidad no está reservada para algunos privilegiados, todos los caminos de la tierra pueden ser divinos : todos los estados, todas las profesiones, todas las tareas honradas”. Es tomar al pie de la letra la enseñanza de Cristo, cuando recomendaba a sus discípulos : “Sed perfectos, como vuestro Padre del Cielo es perfecto. (Mt 5, 48) (Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n°26)

 

La santificación de la vida ordinaria

En su predicación y en sus escritos, San Josemaría da a oír esta invitación apremiante a todos los cristianos, en particular a los que quizás no sean conscientes de ser llamados a la santidad, porque no se sienten atraídos por el sacerdocio ni por la vida consagrada. Darse a Dios no implica necesariamente emplear una parte más o menos importante de su tiempo en realizar obras de caridad, dejando de lado otras cosas, empezando por su deber de estado. La vocación cristiana pide amoldar toda su vida al plan de Dios manifestado por la llamada personal. Se confunde con la vocación humana, y en particular con la “vocación profesional”.

Dios no nos olvida en el mundo, sino que nos invita a seguir nuestro camino en medio de las actividades y de las preocupaciones de la tierra : “Os ha hecho saber que vuestra vocación humana, vuestra profesión, vuestras cualidades, lejos de ser extranjeras a sus designios divinos, han sido santificadas como una ofrenda muy agradable al Padre” (“Cuando Cristo pasa”, 20). “Si alguien se niega a trabajar, que no coma”, admonestaba San Pablo. Pero muy pronto, entre los cristianos, el trabajo dejó de ser buscado como bueno en sí, para ser considerado como un medio ascético que permitía luchar contra la ociosidad, madre de todos los vicios. Durante mucho tiempo, el trabajo fue aceptado sólo como obra de penitencia, en reparación por los pecados, aunque, en el siglo XVII, algunos quisieran devolver a los cristianos a los caminos de la oración, como por ejemplo San Francisco de Sales. Sin embargo, el cardenal Luciani (futuro Papa Juan Pablo I) percibió una diferencia esencial entre un simple “acercamiento al mundo” y una “santificación del mundo y en el mundo”. San Francisco de Sales “predicó la santidad para todos, pero parece que sólo contempla una “espiritualidad de los laicos”, mientras que Escrivá quiere una “espiritualidad laica”.

San Francisco, efectivamente, sugiere casi siempre a los laicos los mismos medios que los que emplean los religiosos, con los ajustes oportunos. Escrivá, en cuanto a él, es más radical : habla directamente de “materializar” -en el buen sentido- la santificación. Para él, es el trabajo mismo el que debe transformarse en oración y en santidad.” En 1965 Vaticano II llama solemnemente a los laicos a la santidad en el mundo y proclama la dignidad del trabajo humano.

Oremos con San Josemaría Escrivá de Balaguer (in Forge)

¡Ven Espíritu Santo! Ilumina mi inteligencia, para que conozca tus mandamientos.

Fortifica mi corazón contra las artimañas del enemigo.

 Abrasa mi voluntad.

He oído tu voz y no quiero endurecerme, ni oponer resistencia diciendo : después..., mañana.

¡Nunc coepi! ¡Ahora! Por miedo a que no haya mañana. Oh Espíritu de verdad y de sabiduría,

Espíritu de inteligencia y de consejo, Espíritu de alegría y de paz, quiero lo que Tú quieres, quiero porque Tú quieres, quiero como Tú quieras, quiero cuando Tú quieras

Santa María de la Sabiduría, reza por mí.

San José Padre y Señor mío, reza por mí.

Ángel de la guarda, reza por mí.

 

...continuará mañana

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Oración de San Josemaría al Espíritu Santo

¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte. ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras..

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Que vos paroles soient toujours bienveillantes, qu’elles ne manquent pas de sel, vous saurez ainsi répondre à chacun comme il faut. Col 4 : 6

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