¿Quién es ese que hasta el mar obedece?

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   Amados hermanos, el evangelio de hoy nos revela la verdadera esencia del ser cristianos, es decir: la fe. Cuando los discípulos se vieron en medio de una tormenta que no podían esquivar, cuando por causa de la misma reconocieron  que su experiencia, su fuerza y su pericia como hombres de mar no sería suficiente para librarlos de una inminente muerte, entonces se acordaron de aquel silencioso pasajero que dormía en la barca en medio de ellos. Aquel a quien llamaban señor pero que aún no le conocían, aquel que en principio los había sin saberlo conducido a ese instante tortuoso, a esa prueba, a través dela cuál podrían precisamente conocerle aún más. Y es que amados en Cristo, por eso mismo Dios permite las pruebas en nuestra vida: para que podamos conocerle mejor, para no solo ser oidores de lo que otros dicen de Él, sino para al igual que Job decir: de oidas te había oído, más ahora mis ojos te ven.

   Que curioso que las palabras de los discípulos al despertar a nuestro Señor fueran precisamenteas las mismas que nosotros acostumbramos a utilizar ante las tormentas que amenazan nuestras vidas, nuestros sueños y nuestros caminos: Maestro, ¿No te preocupa que estemos por morir? (Y al final ¿no es la muerte para el cristiano el estar por toda la eternidad en la barca con el Señor pero sin temor a nada, sin lamento ni dolor?)

   ¿Cuántos hemos lanzado esa pregunta a Dios?¿Cuántos la hemos convertido en una afirmación y nos hemos alejado de nuestro padre celestial simplemente para hundirnos de verdad en los mares oscuros del mundo que devoran hombres a cada instante?

   Nuestro Señor en su infinita misericordia y por amor a todos despierta para aquietar aquello que nos paraliza, sin embargo después de mostrar su poder sobre lo creado, lanza sobre sus apóstoles las siguientes palabras: ¿Por qué son tan cobardes? ¿Aun no tienen fe?

   ¿Qué significa esto?¿Qué relación hay entre el temor y la ausencia de fe? Ciertamente no deben coexistir ambas, es decir, en la medida en qué el cristiano conoce a Jesús, su valentía aumenta o su miedo disminuye; sin embargo no es una valentía atrevida o con tintes de autoritarismo, bravuconeria o soberbia. 

   !No¡. Es una valentía que se fortalece en la humildad. En aquellas mismas palabras de nuestra hermosa madre María cuando dice: hágase en mí como desea mi señor. No es una valentía física que evoca la fuerza, sino por el contrario una que reconoce nuestra total debilidad e insignificancia y se sustenta en el poder de Cristo.

   Amados hermanos, la fe es la seguridad de que mientras yo esté en la barca con el Señor, nada me apartará de El y de lo que El desea hacer conmigo. Es la seguridad de que si he de naufragar será junto a El, si he de llegar a puerto, será con el incluso si llegara a morir, entonces será para vivir con El. La fe es a la vez el deseo de estar en el, vivir por el y hacer del mi verdadero presente y futuro.

   La fe amados hermanos que nos da la valentía para enfrentar las tormentas, no está puesta en la consecución de las cosas vanas de esta vida, sino en las cosas espirituales que el mundo no conoce. 

   La fe carísimos en Cristo es la que nos lleva a vender todo lo que tenemos para poder comprar aquella parcela dónde yace el tesoro espiritual. Es como dice el apóstol Pablo, tener la mirada puesta en la meta suprema.

   Nuestra lectura del evangelio de hoy cierra con las palabras de asombro de los discipulos: ¿Quién es éste que hasta la naturaleza le obedece? Precisamente nadie puede llamar a Cristo Señor si no es por esa misma fe, por ese mismo don de Dios. La pregunta retórica de los discípulos es muchas veces un espejo en nuestro frente que nos hace ver cuántas veces dudamos de Dios, de su poder y sobretodo de su amor, por el cual interviene en nuestras vidas dando respuesta a nuestras oraciones; muchas veces haciendo silencio. Y es que un No, es tambien una manera de responder a nuestras oraciones oraciones.

   Hoy, amados hermanos, los invito a responderse a si mismos éstas preguntas: ¿Quién es Jesús?¿Quién ha sido el en mi vida? Y sería hermoso que descubrieramos que El es aquel por el cual nosotros vivimos, aquel por el cual la muerte ya no tiene poder sobre nosotros, aquel que nos limpió a través de su sangre, su sudor y sus lágrimas. Aquel del que alejados nada podemos ser. 

Amados: nuestra fe se sustenta en Cristo.

Oración de la comunidad

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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