Devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Por: Ana Lilia Lira

Fuente: Devoción al Sagrado Corazón de Jesús. P. Eliécer Sálesman

Queridos hermanos en Cristo, seguimos con la Consagración al Sagrado Corazón.

LA SEGUNDA PARTE DE LA CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS, SEGÚN EL PADRE ALCAÑIZ

¡Dijo Jesús!: CUIDA TÚ DE MI HONRA Y DE MIS COSAS

Esta es la parte más importante de la consagración al Corazón de Jesús.

¿Y cuáles son los bienes de Dios que Él desea que nosotros cuidemos? Ante todo son LAS ALMAS. El Corazón de Jesús decía a Santa Margarita: “Mi mayor deseo es reinar en las almas. Establecer el imperio de mi amor en los corazones”. ¡Cuántas almas hay que se pierden porque no hay quién rece y se sacrifique por ellas! Cada día hay más y más almas para salvar y se necesitan apóstoles que se dediquen a ayudar a salvarlas.

CUATRO MANERAS DE HACER APOSTOLADO

No es difícil convertirse en apóstoles del Sagrado Corazón. Basta dedicarse a los siguientes CUATRO MEDIOS de apostolado.

1⁰. LA ORACIÓN. O sea, pedir al cielo que se extienda el reino de Jesucristo. Pedir esto a Dios, a la Virgen Santísima y a los ángeles y santos. Pedir esto en la casa, en el templo, en el trabajo, en las horas de descanso, mientras se viaja por la calle o se espera turno ante el teléfono o la ventanilla de una oficina. Repetir muchas veces: “Que reines Corazón Divino de Jesús”. Ésta ha de ser la exclamación que más frecuentemente se halle en nuestros labios. Repitámosla diez veces, veinte veces en el día, hasta que se nos vuelva una costumbre, una santa costumbre. ¿Quién no puede ser apóstol de esta manera? Dice el profeta: “Aún no ha terminado la persona de decir su oración, y ya una generosa respuesta se viene desde el cielo”. Cada día sube al cielo una inmensa nube negra de pecados pidiendo el castigo de Dios. Que suba también cada día y cada hora una gran nube blanca de pequeñas oraciones pidiendo que Jesús reine en las almas. Así serviremos de “pararrayos” ante la justicia divina y evitaremos muchos castigos de Dios y ayudaremos a salvar numerosas almas.

2⁰.  EL SACRIFICIO. Jesús llamaba a esto “llevar la cruz de cada día”. Aceptar sin renegar, sin lamentarnos, sin andar contando nuestros sufrimientos a la gente, y sin siquiera manifestar al exterior que estamos sufriendo, sino más bien por el contrario manifestarnos tanto más alegres, cuanto más estemos sufriendo. Y ¿qué ofreceremos? Los pequeños disgustos de cada día, la falta de dinero, las molestias de salud, el trato áspero de las personas, el cansancio y aburrimiento que puede producir el trabajo, diciendo siempre: “Que reines Corazón Divino de Jesús” o “Señor es por tu amor y por la conversión de los pecadores”.

Las pequeñas mortificaciones. San Vicente decía que muchas almas desean llegar a la santidad y no lo consiguen porque no llenan sus días de pequeñas mortificaciones. ¿Cómo cuáles? Dejar de mirar esa escena inconveniente, o esa fotografía en la revista o en el periódico, o esa persona inmodestamente vestida. Es lo que los santos llaman: “Hacer ayunar a los ojos”. Recordando lo que decía Jesús: “Las ventanas de tu alma son los ojos, si por allí dejas entrar la maldad y tu mirar se vuelve malo, toda tu vida se vuelve mala (Lc 11, 34). He imitando el propósito del Santo Job: “Hice un pacto con mis ojos para que no miraran a personas jóvenes provocativas” (Jb 31).

Otras buenas mortificaciones por la salvación de las almas pueden ser, dejar dr comer algo muy apetitoso, o dejar de beber, y no defenderse ante una acusación injusta, si no se sigue grave perjuicio al callar. Apagar por un rato el radio o el televisor. Hacer un oficio o un mandado que no atrae. Reemplazar a alguien, leer una página de un libro piadoso, visitar un templo, rezar un rosario u otra oración, etc. Y todo porque reines Corazón Divino de Jesús.

3⁰. OFRECER LAS OCUPACIONES DIARIAS. ¿Qué mejor apostolado que ofrecer a Nuestro Señor los oficios y ocupaciones que tenemos que hacer cada día? Él nos dirá: “has sido fiel en lo poco, yo te constituiré sobre lo mucho”. Y hacerlo con rectitud de intención. No por aparecer como lo hacían los fariseos, sino solamente por amor de Dios.  Jesús nos sigue repitiendo lo que dijo en el evangelio: “Mi Padre que ve en lo secreto, te premiará” (Mt 6). Tanto más santos seremos y más premios tendremos de Dios, cuanto más le ofrezcamos con amor nuestras ocupaciones de cada día, haciéndolas con el mayor esmero posible.

4⁰. PROPAGAR LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS. Él nos repite lo que dijo a Santa Margarita: “Te empleo en esto a ti que eres un abismo de debilidad y de miseria, para que la gloria sea para el poder de Dios y no para la vanidad de la criatura”. ¿A quién vamos a regalar o prestar un buen libro? ¿Cuántas estampas vamos a repartir? ¿En qué hogar de nuestro país habrá una imagen del Sagrado Corazón obsequiada por nosotros? Cuando nos muramos, ¿cuántas Biblias habremos repartido? Sólo en el cielo sabremos el gran bien que obtuvimos repartiendo buenas lecturas. ¡Cuán grato será a la hora de la muerte echar una mirada hacia atrás y recordar que desde que empezamos nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús, muchos de nuestros ahorritos fueron para propagar su santa devoción! Y nuestro premio será para siempre en el cielo. Amén. 

PRÁCTICA: Ofreceré hoy al Sagrado Corazón alguna pequeña mortificación.

El Señor los colme de bendiciones y la Santísima Virgen y el glorioso San José los acompañen.

Oración de la comunidad

Ave María

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¡Gracias! 23 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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