MARÍA

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¿Qué luz viste? ¿Qué voz escuchaste?
¿Qué fuerza arrebató tu vida y la entregó a su voluntad?
¿Cómo te miró?
¿Cómo te escogió y cómo, sin comprender nada, entendiste todo y dijiste, sí?

Sí a lo que sentías, sí a lo que no conocías, sí, abrazando el temor y sujetando con tus manos esa promesa que podía con el miedo y la incertidumbre.

Sí en Él y sí por Él.

Y, a partir de entonces, una vida entregada a ese rayo de luz esperando, confiada, creyendo, guardando, meditando.
Gestando al Creador, te hiciste parte de Él y comprendiste poco a poco la razón de la sinrazón.
Y así, caminaste a su lado, asumiendo sin entender, abrazada a esa certeza, a esa Palabra que recibiste.
Fuiste compañía de quiénes acompañaban a tu Hijo.
Y ahora, caminas a mi lado, me levantas, me sostienes, me llenas de esperanza.
Eres mi compañera y mi seguridad de que un día, veré a Dios.


Olga Alonso

Oración de la comunidad

Maria Madre de los Apóstoles

Juan 19, 25-27 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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