Evangelio según San Mateo 5,20-26.

Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

Comentario del Evangelio

Beato Columba Marmion (1858-1923), abad
La comunidad cenobítica (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org

Puede pasar (…) que “excomulgamos” a nuestros hermanos. ¿Cómo es posible? Faltando a la caridad, excluyendo alguien quizás no del corazón pero si de la irradiación de la caridad efectiva. Podemos también “excomulgar” alguien del corazón de los otros, suscitando desconfianza entre las personas. Eso es un pecado, demasiado contrario al espíritu cristiano para que no nos pongamos en guardia contra él y actuemos en el tema con la mayor delicadeza.

La sociedad cenobítica es una, el cemento que reúne entre sí a sus diferentes miembros es la caridad. Si ella disminuye, la vida divina tiende en seguida a disminuir en el cuerpo social. ¿Cuál es el signo distintivo por el que nos reconocemos infaliblemente los miembros de la sociedad cristiana, signo dado por Cristo mismo? Es el amor mutuo (cf. Jn 13,35). Es lo mismo en la sociedad monástica. La verdadera marca de protección de Cristo Jesús sobre una comunidad religiosa es la caridad que reina entre sus miembros. ¡Ay de quienes de alguna forma atentan contra ese espíritu de caridad! Rasgando el vestido de la Esposa, arrancan de su propia alma el signo cristiano por excelencia.

Cristo es uno. Nos dice que lo que hacemos al más pequeño de nuestros hermanos- de sus hermanos- en bien o en mal, es a él mismo que lo hacemos (cf. Mt 25,40.45).


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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