Evangelio según San Marcos 1,40-45.

Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme".
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.

Comentario del Evangelio

Odas de Salomón (texto cristiano hebraico de principio del siglo II)
Nº 21 y 25

Levanté los brazos al cielo, hacia la gracia del Señor. Echó mis cadenas lejos de mí. Mi protector me levantó conforme a su gracia y su salvación. Me despojé de la oscuridad y me revestí de la luz; mis miembros no experimentaron ningún sufrimiento, ni angustia, ni dolor. El pensamiento del Señor me socorrió; su luz me exaltó; caminé en su presencia; me acercaré a él alabándolo y glorificándolo. Mi corazón se desbordó, invadió toda mi boca, saltó hasta mis labios. El gozo del Señor y su alabanza despejan mi rostro. ¡Aleluya!

¡Me escapé de mis cadenas y huí hasta ti, Dios mío! Tú has sido mi derecha, mi salvación, mi ayuda. Tú has detenido a los que se levantaban contra mí y han desaparecido. Tu rostro estaba conmigo y tu gracia me salvaba. Era despreciado y rechazado a los ojos de la multitud. Pero tú me has dado fuerza y ayuda. Has colocado la luz a mi derecha y a mi izquierda. ¡Que en mí todo sea luz! Me he revestido con la vestidura de tu Espíritu, has quitado de mí los vestidos de piel (Gn 3,21). Tu derecha me ha levantado y ha echado lejos de mí mi enfermedad. Tu verdad me ha robustecido y tu justicia me ha santificado. He sido justificado por tu amor tan suave, y tu descanso es para mí por los siglos de los siglos. ¡Aleluya!


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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