Evangelio según San Marcos 1,29-39.

Jesús salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato.
El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados,
y la ciudad entera se reunió delante de la puerta.
Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.
Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.
Simón salió a buscarlo con sus compañeros,
y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando".
El les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido".
Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.

Comentario del Evangelio

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina
El Heraldo, III, (SC 143, Œuvres spirituelles, Cerf, 1968), trad. sc©evangelizo.org

Rezando con devoción por una persona, Gertrudis recibió esta enseñanza para que sirviera de regla a la conducta de su vida: (…) fiel a lo que la Escritura le haya podido revelar sobre el comportamiento de Cristo, se aplicara a imitar su ejemplo en todo y especialmente en tres cosas.

Lo primero es que, frecuentemente, el Señor pasaba la noche en oración. Esta alma debía entonces, en la tribulación y la adversidad, buscar auxilio en la oración. Segundo, de igual forma que el Señor recorría pueblos y ciudades predicando, esta persona debía aplicarse, no sólo en su predicación sino en todas sus acciones, gestos y atuendo, a edificar al prójimo con su buen ejemplo. Tercero, lo mismo que Cristo Señor ha esparcido múltiples bendiciones sobre quienes las necesitaban, esta persona debía esparcir la gracia con sus palabras y acciones. En el momento de actuar o hablar, debía estar siempre atenta para encomendar al Señor que ese acto fuese unido a su obra divina perfecta, ordenado según su adorable voluntad para la salvación del género humano. Una vez la acción realizada, ofrecerla de nuevo al Hijo de Dios, con la misma intención de unión, para ser corregida de sus imperfecciones y hecha digna de ser presentada a Dios Padre, en eterna alabanza.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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