Segundo domingo

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Iniciamos este segundo domingo con la señal de la cruz:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Ofrecimiento

Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y Su Madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. Amén 🙏


Segundo dolor: el nacimiento del Niño en la pobreza.

Segundo gozo: escuchar al coro de ángeles y ver la gloria de esa noche.

Virtud: magnanimidad.

Meditación

El censo romano fue una noticia imprevista para San José. María estaba ya muy cansada porque se aproximaba la fecha de parto y José se enfrentó a un duro viaje. Más de 130 km a través de las tierras montañosas de Samaria, justo cuando acababa la estación seca. Les llovería varias veces por el camino. Y el último tramo era el peor, pues Belén estaba a más de 760 metros sobre el nivel del mar. Mucha cuesta y en terreno difícil. Tuvo que evitar a toda costa que el asno tropezara.

Emprendió la marcha cuanto antes, no le importaba el cansancio, ni las inclemencias del tiempo, le importaba María. La magnanimidad es la virtud de hacer cosas grandes a pesar de lo arduo que se presenten. Y San José conocía la profecía de Miqueas sobre Belén. No era un viaje más, era el viaje de su vida. Y también lo fue para María. Rezaron, cantaron salmos y puede que hasta José bailara para hacer reír a su esposa.

Hicieron cientos de paradas, pero, aun así, San José llegó extenuado a Belén y allí el dolor atravesó su corazón al ver que el mundo sólo le ofrecía a Dios pobreza y miseria. Pero pudo más su grandeza de ánimo. Si el Niño debía nacer allí, el haría que fuera el mejor de los establos. Se podían hacer muchas cosas, barrer, mantenerlo caliente, asar hierbas para mitigar el olor…

Y cuando el Niño nació, allí estaba él para honrarlo como ningún hombre ha hecho ni hará jamás. Y Dios en medio de su esfuerzo quiso consolarle y le mostró Su Gloria y sus ángeles suplieron las carencias de los hombres y el corazón de San José estalló de gozo en el día más feliz de su vida.


🙌🏻 Yo quiero la magnanimidad de San José, esa grandeza de alma, que impulsa a dar lo mejor de sí mismo aún entre grandes pruebas por el bien de los demás. Quizás así Dios quiera manifestarse en mis pequeñas obras.


San José, Padre y Señor, ruega por nosotros. 


Finaliza este segundo domingo haciendo la oración del botón "oro" de esta publicación, acompañada de un Avemaría y un Gloria.

Oración de la comunidad

Padre nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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