Evangelio según San Lucas 1,57-66.

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.

Comentario del Evangelio

Homilía atribuida a San Gregorio Taumaturgo (c. 213-c. 270), obispo
Homilía sobre la santa Teofanía, 4, PG 10, 1181

[Juan Bautista decía:] en tu presencia, Señor, no me puedo callar, porque «yo soy la voz, y la voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor. Soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y tú vienes a mí?» (Mt 3,3.14).

Cuando yo nací borré la esterilidad de la que me dio a luz; y cuando era un recién nacido, llevé el remedio para el mutismo de mi padre recibiendo de ti la gracia de este milagro. Pero tú, nacido de la Virgen María de la manera que tú has querido y que solo tú conoces, no has borrado su virginidad y la has protegido añadiéndole el título de madre; ni su virginidad ha impedido tu nacimiento, ni tu nacimiento ha ensuciado su virginidad. Estas dos realidades incompatibles, el dar a luz y la virginidad, se unieron en una armonía única lo cual sólo está al alcance del Creador de la naturaleza.

Yo que soy un hombre, sólo participo de la gracia divina; pero tú eres a la vez Dios y hombre, porque por naturaleza eres el amigo de los hombres (cf Sab 1,6).


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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