Evangelio según San Lucas 7,19-23.

los envió a decir al Señor: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?".
Cuando se presentaron ante él, le dijeron: "Juan el Bautista nos envía a preguntarte: '¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?'".
En esa ocasión, Jesús curó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos.
Entonces respondió a los enviados: "Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres.
¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!".

Comentario del Evangelio

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Lucas,5 ; SC 45

El Señor, sabiendo que nadie puede alcanzar la fe en plenitud sin el evangelio, -porque, aunque la Biblia comienza con el Antiguo Testamento,  alcanza su plenitud en el Nuevo Testamento- , aclara las cuestiones que se le ponen sobre él mismo más que por palabras, por sus actos. “Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva” (Mt 11,4). Este testimonio está completo porque de él fue profetizado: “El Señor libera a los cautivos, da luz a los ciegos, endereza a los que ya se doblan...El Señor reina por siempre” (cf Sal 145,7).

No obstante, estos no son más que remotos ejemplos del testimonio que Cristo nos trae. El fundamento de la fe es la cruz del Señor, su muerte, su sepultura. Es así porque, después de la respuesta que hemos citado, él dice más adelante: “...y dichoso el que no halle escándalo en mí” (Mt 11,6). En efecto, la cruz podía provocar la caída de los elegidos mismos, pero no hay testimonio más grande de una persona divina, nada que sobrepase más las fuerzas humanas que esta ofrenda de uno solo por el mundo entero. Es aquí donde el Señor se revela plenamente. Además, así lo testifica Juan: “He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29).


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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