Evangelio según San Lucas 5,17-26.

Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar.
Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.
Al ver su fe, Jesús le dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados".
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: "¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?".
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Qué es lo que están pensando?
¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados están perdonados', o 'Levántate y camina'?.
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa".
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: "Hoy hemos visto cosas maravillosas".

Comentario del Evangelio

San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208), obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías III, 20,2 – 21 ,1; SC 34

El Verbo de Dios ha venido a habitar en el hombre; se ha hecho “Hijo del Hombre”, para acostumbrar al hombre a recibir a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, tal como quiere el Padre. He aquí porque el signo de nuestra salvación, el Emmanuel nacido de la Virgen, nos ha sido dado por el mismo Señor (Is 7,14) En efecto, es el mismo Señor quien salva a los hombres, puesto que éstos no pueden, de ninguna manera, salvarse a sí mismos... El profeta Isaías dice: “Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará” (35,3-4).

He aquí otro texto en donde Isaías ha predicho que el que nos salva no es ni simplemente hombre, ni un ser incorporal: “No fue un mensajero ni un enviado, él en persona los salvó; con su amor y benevolencia los rescató, los liberó” (63,9). Pero este salvador es, verdaderamente, un hombre, visible: “Ciudad de Sión, mira: tus ojos verán a nuestro Salvador” (33,20)... Otro profeta ha dicho: “Volverá a compadecerse, y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos” (Mi 7,19)... El Hijo de Dios, que es también Dios, vendrá del país de Judá, de Belén (Mi 5,1) para esparcir su alabanza sobre toda la tierra... Pues Dios se ha hecho hombre y el Señor, él mismo, nos ha salvado dándonos el signo de la Virgen.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

¡Gracias! 122 personas oraron

3 comentarios

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

loader

Evangelio del día

Me inscribo