Día 4: los mayores
Los mayores
¿Qué nos dice la Palabra de Dios?
No os dejéis sorprender por la tentación de la soledad interior. No obstante la complejidad de vuestros problemas tenéis todavía una misión por cumplir, una contribución para dar. – San Juan Pablo II, Marzo 23, 1984
El justo crecerá como una palmera, se alzará como cedro del Líbano. Plantados en la casa del Señor, en medio de sus patios darán flores. Aún en la vejez tendrán sus frutos, pues aún están verdes y dan brotes, para anunciar cuán justo es el Señor, que en mi roca no existe la maldad. – Salmos 92:13-16
La entrada en la tercera edad ha de considerarse como un privilegio; y no sólo porque no todos tienen la suerte de alcanzar esta meta, sino también y sobre todo porque éste es el período de las posibilidades concretas de volver a considerar mejor el pasado, de conocer y vivir más profundamente el misterio pascual, de convertirse en ejemplo en la Iglesia para todo el Pueblo de Dios.
La vida de los ancianos ayuda a captar mejor la escala de los valores humanos, enseña la continuidad de las generaciones y demuestra maravillosamente la interdependencia del pueblo de Dios.
¿Qué nos dice San Juan Pablo II?
Los ancianos, gracias a su sabiduría y experiencia, fruto de toda una vida, han entrado en una época de gracia extraordinaria que les abre inéditas oportunidades de oración y de unión con Dios. Les son dadas nuevas energías espirituales, que ellos están llamados a poner al servicio de los demás, haciendo de la propia vida una ferviente oferta al Señor y Dador de vida.
– San Juan Pablo II, Forum Internacional de Envejecimiento Activo
La presencia de tantos ancianos en el mundo contemporáneo es un don, una riqueza humana y espiritual nueva. Un signo de los tiempos que, si se comprende en toda su plenitud, y se sabe acoger, puede ayudar al hombre actual a recuperar el sentido de la vida.
– San Juan Pablo II, Oct. 01, 1998
San Juan Pablo II vivió su vejez con extrema naturaleza. Lejos de ocultarla ¿quién no lo vio bromear con su bastón? la puso ante los ojos de todos. Con serena sencillez, decía de sí mismo: « ¡Soy un sacerdote anciano! »
San Juan Pablo II vivió su propia vejez en la fe, al servicio del mandato que le fue confiado por Cristo. No se dejó condicionar por la edad. Sus innumerables años cumplidos no lo privaron de la juventud del espíritu. No dejó que su innegable fragilidad física le hiciera mella en el entusiasmo con que se dedicó a su misión de Sucesor de Pedro. Continuó con sus viajes apostólicos por todos los continentes.
Es sorprendente constatar cómo su palabra fue adquiriendo cada vez más fuerza, y cómo siendo ya muy mayor, llegó más que nunca, hasta el corazón de las personas.
Presentemos esta intención de oración hoy:
Oremos junto a San Juan Pablo II para que:
1. El mundo actual integre a los ancianos, sin discriminaciones.
2. Se les permita la participación en la comunidad, sin actitudes de indiferencia y más bien valorizando las capacidades de cada uno de ellos.
«¿Cuántos años tiene el Papa? Soy un joven de 83 años.»
– San Juan Pablo II, 2003, Madrid, España
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6